14 nov 11

imprimir
de nuestro puño y letra
Salga el sol por Antequera
por Carlos Rey

Fue el 2 de enero de 1492 que las últimas fuerzas musulmanas se entregaron, y así los Reyes Católicos acabaron finalmente con el dominio político de los moros en la península ibérica. Fue un proceso largo que culminó con la capitulación de Granada, ciudad clave donde se firmó el pacto que sellaba la consolidación de España. Pero fue antes de la capitulación, durante la toma de Granada en los últimos meses de 1491, en el Campamento de los Reyes Católicos, que tuvo su origen la frase proverbial: «Salga el sol por Antequera». La guerra civil produjo tantos casos de conflicto de lealtades que la frase nació con sentido irónico, equivaliendo a «salga el sol por donde sea», pues desde Granada no era posible que saliera el sol por Antequera, que estaba situada al oeste, sino todo lo contrario: era allí donde tenía que ponerse. Por eso en su versión completa suele decirse: «Salga el sol por Antequera y póngase por donde quiera.»

Ahora bien, ese sentido irónico dio pie a dos interpretaciones contrarias. Había quienes citaban esa frase para dar a entender que les era indiferente que resultara una cosa u otra, demostrando la mayor despreocupación sobre el resultado de un asunto o una decisión tomada. Pero en sentido opuesto, también había quienes la citaban para afirmar que habían tomado la firme e irrevocable determinación de llevar a cabo un acto, pasara lo que pasara y se opusiera a ello lo que fuera.1 Sería como decir actualmente: «Pase lo que pase, a mí me da lo mismo», o decir, al contrario: «Pase lo que pase, estoy resuelto y no hay nada que me detenga.»

En el caso nuestro, Granada representa nuestro corazón, donde se está librando una gran batalla. Frente a la toma de esa fortaleza espiritual, ya sea por las fuerzas de Dios o las del diablo, nosotros también podemos optar por decir: «Salga el sol por Antequera y póngase por donde quiera» en el sentido de mostrarnos indiferentes ante la decisión que hemos de tomar. O podemos optar por decirlo en el sentido contrario, de que hemos tomado una decisión en firme, ya sea de servir a Dios o de servir al diablo. Pero lo que necesitamos reconocer es que el optar por la indiferencia es lo mismo que decidirnos por el diablo, porque el que no está de parte de Dios está en contra de Él.2 De modo que más vale que digamos: «Salga el sol por Antequera y póngase donde quiera», a modo de declarar que, pase lo que pase, estamos resueltos a servir a Dios de todo corazón.3 Así llegaremos a comprender lo que motivó al salmista a proclamar: «¡Desde la salida del sol hasta su ocaso, sea alabado el nombre del Señor!»4


1 Gregorio Doval, Del hecho al dicho (Madrid: Ediciones del Prado, 1995), pp. 52,53.
2 Mt 6:24; 12:30; Lc 11:23
3 Jos 24:15
4 Sal 113:3