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Era toda una serie de canciones: de canciones de rock duro, como le llaman. Habían sido grabadas por un conjunto juvenil llamado «Muerte», y salían de una pequeña grabadora. Sus títulos, entre otros: «Dejado por muerto», «Nacido para morir», «El suicidio es bello», «Desconecta el enchufe». Pero estas canciones no sonaban en una discoteca o salón de baile. Sonaban en un bosque del estado de Washington, Estados Unidos. Y la grabadora estaba junto al cadáver de un joven, muerto a palos. Sus asesinos, jóvenes como él, habían dejado la música sonando mientras aún vivía, quizá para añadir más agonía a la experiencia de la muerte. La nueva música juvenil está impregnada de la palabra «muerte». Parece que hay una obsesión entre los jóvenes por la muerte, el suicidio, la tumba, el ataúd y todo lo que se refiere al final de la vida. Ya no se canta más a las golondrinas, o a las mariposas, o a las flores o a los trigales. La muerte es el tema favorito de la juventud actual. No debe extrañarnos, entonces, que haya una psicosis de muerte en el ambiente juvenil, y un pesimismo lúgubre en sus canciones. ¿A qué se debe esta condición que es tan común en la juventud de todos los países? Hay varios factores. En primer lugar, dos grandes guerras mundiales, y una serie de guerras locales, han difundido la palabra «muerte» por todas partes. En segundo lugar, la difusión de ideas materialistas y ateas, que nunca pueden dar esperanza a una juventud desorientada de por sí, ha contaminado a todos nuestros jóvenes. En tercer lugar, el pavoroso consumo de drogas, que matan las delicadas células cerebrales y los más nobles sentimientos y pensamientos del ser humano, ha dejado sin vida a nuestra juventud. Y en cuarto lugar, el fracaso de líderes religiosos, que ya no son una inspiración para nadie y han dejado de ser guías espirituales, ha defraudado a los adolescentes. Sin embargo, en medio de un cuadro tan tétrico, hay esperanza. Hay esperanza en Jesucristo, el Señor viviente, triunfante, justo y bondadoso. Cristo cambia la muerte en vida, y la desesperación en esperanza. Él da nueva vida donde todo se ha perdido. Por eso todo joven puede probar la gracia de Dios. No tiene por qué desesperarse. En Cristo hay vida, vida de sobra. |