3 abr 13

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Bajo el peso del equipaje
por Carlos Rey

Era una mujer bonita, de rostro agraciado. Tenía un metro con cincuenta y dos de estatura, cincuenta y cuatro kilos de peso, cabello negro y ojos castaños almendrados. Vestía pantalones jeans, suéter azul, una blusa, dos camisetas, un anillo, una pulsera y un par de aretes. Parecía tener unos veinte años de edad.

Estaba muerta, en posición fetal. La descubrieron en el aeropuerto de Los Ángeles, California, metida dentro de una estrecha maleta. Al parecer, había intentado entrar a los Estados Unidos como polizón, pero el peso de todo el equipaje que se le puso encima le había oprimido el pecho. La muchacha había muerto por asfixia mecánica. «La mató el peso del equipaje de otros», comentó un funcionario.

Este es un caso patético. Una muchacha pobre y esperanzada, procedente del oriente o de América del Sur, intenta entrar a los Estados Unidos. Sueña quizá con trabajo, dinero, comodidades y poder ayudar a sus familiares. Se esconde en una maleta de reducidas dimensiones. Encima de ella se coloca una gran cantidad de baúles y maletas. Y así muere, oprimido su pecho por un peso que no puede resistir.

Hay muchas personas que se encuentran en una condición parecida a la de esa desconocida joven. Tienen el pecho oprimido por cargas que difícilmente pueden soportar. Y como a la muchacha del aeropuerto, les espera una muerte segura.

Hay mujeres solas, ya sean solteras, viudas o abandonadas, que cargan sobre el corazón un peso que apenas soportan. Sólo una débil esperanza, o esa inmensa capacidad de resistencia que tienen las más fuertes, las mantiene con vida.

Hay esposas que amaron intensamente a su esposo y se casaron con él pensando llegar a la cumbre de la felicidad, y en el camino fueron víctimas de su infidelidad. El peso de esa traición les oprime el corazón, y a duras penas soportan la vida que llevan con él.

Hay esposos y padres que trabajan y trabajan a fin de sostener a su familia, y sienten que sus esfuerzos jamás serán premiados lo suficiente para salir adelante como quisieran. Ese callejón sin salida en que se encuentran es como una maleta en la que están aprisionados y la rutina ingrata los está ahogando lentamente.

Hay artistas que nunca vieron realizados sus sueños; poetas que jamás lograron publicar nada; genios ignorados; triunfadores en las ciencias y en las artes, que por destinos adversos nunca llegaron a nada. Ellos también viven como si estuvieran dentro de una estrecha maleta, sintiendo como que el peso de la vida los asfixia.

¡Basta ya de soportar esas cargas que llevan a la muerte física y espiritual! Acudamos a Cristo. Cuando murió en nuestro lugar, «Él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores.»1 Es decir, Cristo murió bajo el peso de nuestro equipaje a fin de librarnos de él. Para todos los que llevan una carga pesada sobre el pecho, que sienten que ya no aguantan más, Jesucristo dice: «Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso.»2


1 Mt 8:17
2 Mt 11:28