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(Antevíspera del Aniversario de la Muerte de Juan Gabriel) Cuando triunfó, se acordó de su niñez y realizó un gran proyecto con el que satisfaría el deseo que tenía de ayudar a niños necesitados que quisieran ser músicos. «Yo... [sentí]... la necesidad de fundar un albergue para niños pobres porque... fui uno de ellos—explicó—. No tenía la obligación de hacerlo... pero quise tenerla porque fui un niño interno, y porque la niñez es lo mejor que tenemos y... la mejor inversión de la vida.» De ahí que en septiembre de 1987 se inaugurara aquel albergue para niños, que llegó a conocerse como la escuela de Juan Gabriel, que es el nombre artístico del cantautor mexicano Alberto Aguilera Valadez. La primera directora que tuvo la escuela fue la maestra Micaela Alvarado, quien dirigió el internado allí mismo en Ciudad Juárez, donde vivió Alberto cuando era niño. El sostenimiento y mantenimiento del nuevo albergue corrió por cuenta de Alberto Aguilera. En su discurso de inauguración, Juan Gabriel dijo: «A todos los humanos nos ha sido señalado un destino para cumplirlo, de preferencia fielmente, y no podemos cambiarlo, prescindir de él o deformarlo; el hombre puede negarse a realizarlo, pero entonces su vida carecerá de autenticidad, siendo así infiel a sí mismo. »Si mi destino ha sido componer música, hacer canciones y cantarlas, yo creo estar cumpliendo con el destino que me fue asignado, y lo hago con todo gusto y satisfacción porque ha sido una actividad de mi preferencia y dedicación. »Es por eso que, tomando conciencia y situándome en la realidad en que vivo, ha sido mi deseo contribuir en algo para ayudar a mis semejantes, sobre todo a la niñez y a la juventud, para lograr en ellos la idea precisa que les conduzca a encontrar su destino y cumplir con él. Pues es necesario no olvidar que en las manos de los niños y jóvenes de ahora está más tarde el destino del país donde nacieron.... »Orientemos a nuestra niñez a fin de lograr un mundo mejor donde vivir [y] de mantenernos alejados de la maldad y la violencia, común denominador del mundo actual.... A diario nos llegan noticias... de tragedias que han sumido a la humanidad en un caos completo, en una lucha fratricida que amenaza la paz del mundo.... »Hago entrega, pues, de ese sueño realizado... con el orgullo y la satisfacción de haber cumplido con un compromiso que me tracé en beneficio de la tierra que me dio abrigo. Pues, antes que michoacano o chihuahuense, soy profundamente mexicano. Un mexicano que ama y respeta a su patria, y que desea su progreso y su bienestar.»1 ¡Qué bueno que Juan Gabriel decidiera erigir esa importante obra de generosidad y de valor humano! ¡Y qué bien que nos haya dejado tan sentidas palabras de recuerdo con las que demostró el amor que tenía en lo más profundo del corazón! Es que, según Juan el apóstol, el que de veras ama entrega hasta la vida por sus hermanos, tal como lo hizo Jesucristo por nosotros. «Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él?», pregunta San Juan. Y concluye con esta exhortación: «Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad.»2 |
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