17 jun 2004

«Sagrada familia»

por el Hermano Pablo

Era una familia modelo. La conformaban el padre, un psicólogo de cuarenta y tres años; la madre, también psicóloga de la misma edad; el hijo mayor, de veintiuno, y la hija menor, de diecinueve. Profesionales, preparados, de clase media alta, asistían a la iglesia. Algunos los llamaban «la sagrada familia».

Pero Rusell Hibler, su esposa Suzane, y sus hijos James y Jessica, miembros de tan distinguida familia, resultaron ser todos narcotraficantes. Los descubrieron tras cuatro años de investigación. Tenían en su casa 780 mil dólares en drogas, representados en 3 kilos de cocaína, 2 de hashish, 27 de marihuana y un enorme arsenal de armas. «La sagrada familia» pasó a ser «la encerrada familia». Todos fueron enjuiciados y encarcelados.

El ideal de una buena familia sigue siendo, a pesar de todo, el mismo. Todavía la gente sueña con un buen matrimonio, una buena casa, buenos hijos, comodidades, un círculo de amigos y buenas entradas mensuales. Y ese ideal es legítimo. Está bien que soñemos con él.

Los jóvenes que están planeando casarse deben pensar seriamente en formar «una buena familia». Pero ésta no se forma sola. Eso ocurre solamente en los cuentos de hadas. Para constituir una familia honesta, decente y feliz se necesita un ingrediente muy importante.

Una buena familia, al igual que un edificio, necesita una excelente base. Esa base es el fundamento moral y espiritual. Así como un árbol requiere oxígeno, la familia necesita buen ambiente moral y espiritual. Ese ambiente sólo puede darlo la presencia de Cristo en el hogar y en todos los miembros de la familia.

Una familia ejemplar debe tener buenas costumbres, y ésas también hay que buscarlas en Cristo y en sus enseñanzas. Además del trabajo y los estudios, la familia debe ocuparse de la parte espiritual, como lo es la adoración a Dios y el servicio al prójimo.

Con estos elementos, cualquier familia puede ser una «buena familia». Todos podemos tener esa familia ideal. Sometámonos a la soberanía de Cristo. Él hará que nuestro hogar sea feliz.

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