Fue un amor raro, que nació en un lugar raro. Pero el amor, como la flor de edelweis, nace aun debajo de la nieve. Paulette Deck, francesa de treinta y tres años, se enamoró de Bernard Gayet, un convicto por homicidio.
Y Paulette se enamoró de él mientras hacía limpieza en la prisión de París, Francia. Con el fin de mostrar su amor y de pedir libertad para su amado, Paulette se untó el cuerpo con un pegamento sumamente fuerte, y se adhirió a Bernard durante una hora. Médicos y cirujanos tuvieron que trabajar largo tiempo para despegarlos sin dañarles la piel.
«Este es amor a la francesa», comentó Gerard Martín, jefe de la cárcel.
Bueno es el amor cuando es fuerte y duradero. El amor bueno, el que une a dos personas en un solo cuerpo, una sola alma y un solo espíritu, es así: fuerte, resistente, permanente y unificador. Pero no es un pegamento lo que hace fuerte y permanente el amor, así como tampoco lo es la marcha nupcial, ni la ceremonia matrimonial, ni los anillos que intercambian los novios, ni los votos dichos con emoción ante el ministro, ni la bendición de rutina pronunciada por el oficiante.
El amor permanente se cimenta con otros elementos. Entre estos está una firme decisión de nunca permitir un interés amoroso ajeno. El amor que dura incluye también el jamás pensar en divorcio, el hacer del matrimonio algo de primer interés y de prioridad, y el invitar a Jesucristo a ser el huésped invisible del hogar.
Es que el amor fiel y verdadero brota de un corazón fiel y verdadero, de una profunda y sólida moral cristiana, y de la fuerte convicción de que se fundamenta en el temor a Dios y en el cumplimiento de sus santas ordenanzas.
Cuando Cristo es el Señor y Maestro de nuestra vida, tanto nuestro corazón como nuestros sentimientos y nuestra conciencia empiezan a consolidarse y a fortalecerse. Es allí donde establecemos el modo de vida que produce un matrimonio firme, maduro y fiel.
Permitamos que Cristo reine en nuestra vida y haga de nosotros verdaderos cristianos. Así podremos tener una unión matrimonial dulce, permanente y feliz.