En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue:
«Hace más de cuatro años terminé con una novia.... Ella se enfermó de celos, y me acosaba con sus comportamientos. Yo... tomé el valor suficiente para terminar la relación....
»Un año después hice amistad con una joven... y poco tiempo después nos hicimos novios. La relación que llevo con ella es única y muy hermosa. Sin duda la amo mucho y no deseo desprenderme de ella. Tenemos planes de matrimonio, y de verdad eso es lo que quiero.
»Pero de hace un año hasta la actualidad ha tenido comportamientos... que muestran sus celos al igual que mi anterior novia. Ha sido muy terrible porque ya ni siquiera conservo mi paz. Me ha celado con sus hermanas... con desconocidas, ¡y el colmo fue cuando me celó con su propia madre!
»Verdaderamente no le he dado motivos para que me cele de esta manera....
»He estado muy cerca de terminar nuestra relación. No sé qué hacer. ¿Seré el culpable de esta situación? ¿O es simple casualidad que dos novias se hayan vuelto celosas extremas?»
Este es el consejo que le dio mi esposa:
«Estimado amigo:
»Es prudente de su parte que se haya preguntado si será culpable de esa situación, ya que siempre que algo nos sucede con frecuencia, debiéramos hacer una evaluación a ver si nosotros somos los causantes. Sin embargo, si todo lo que dice usted es cierto, entonces el único error que ha cometido es la clase de jovencita por la que siente atracción.
»En muchos casos, los celos que no se justifican provienen de una acentuada inseguridad. ¿Lo atraen jovencitas inseguras porque así usted puede convertirse en su príncipe azul? ¿Acaso lo intimidan las jóvenes que se sienten más seguras de sí mismas? Si la respuesta es que no, entonces tal vez esta no sea más que una infeliz coincidencia.
»El apóstol Pablo incluyó los celos en su lista de pecados junto con otros tales como la idolatría y la inmoralidad,1 así que está claro que los celos son un hábito pecaminoso que puede superarse con la ayuda de Dios. Si su novia no está dispuesta a reconocer que los celos que siente son pecaminosos y que ella necesita arrepentirse de ellos, entonces la relación entre ustedes dos no tiene remedio. En cambio, si ella sí está dispuesta, el proceso de sobreponerse a los celos recibirá un gran impulso si ella puede consultar con un consejero acerca de esa inseguridad que la atormenta.
»Esa falta de paz que usted está sintiendo es una clara señal de peligro a la que debe prestar atención. ¿Por qué habría de querer usted casarse con una persona que siempre le produce tensión y ansiedad a causa de lo que ella pudiera hacer en cualquier momento? Ni siquiera considere el casarse con esa jovencita hasta que los celos que ella siente se hayan convertido en un recuerdo del pasado.... Si de veras la ama, usted será capaz de esperar el tiempo que sea necesario.»
Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, puede leerse con sólo pulsar la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 248.
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