En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» en nuestro sitio www.conciencia.net. Lo hizo de manera anónima, como pedimos que se haga; así que, a pesar de que nunca se lo había contado a nadie, nos autorizó a que lo citáramos, como sigue:
«Soy un hombre casado hace dieciséis años y con dos hermosas niñas. Hace unos diez meses, [cuando] mi esposa y yo estábamos a punto de separarnos... conocí a una joven de veintiséis años, de la cual me enamoré locamente. Le dije que me iba a separar para casarme con ella.... Luego de unos meses, me di cuenta de que ella estaba con un joven de veintidós años que era mi empleado. Para mí fue muy difícil, ya que sólo faltaban días para separarme de mi esposa.... Luego decidí arreglar las cosas con mi esposa....
»Ya no me interesa la joven como mujer. Sin embargo... quisiera decirle que... no le conviene esa relación. ¿Debo hablar con la joven, o lo dejo así? Siento que puedo tenerla como amiga. En verdad, no siento rencor, [ya que] reconozco que el error fue mío al querer dejar a mi esposa, que [es a quien de veras] amo.»
Este es el consejo que le dio mi esposa:
«Estimado amigo:
»¡Tiene usted toda la razón al reconocer que el error fue suyo! También ella es culpable, pero usted es un hombre casado mucho mayor que ella, así que el error suyo fue más grave. “Casi separado” no es lo mismo que separado. “Separado” es otra manera de decir: “todavía casado”....
»Lamentablemente muchos hombres entre los cuarenta y sesenta años de edad tratan de mantener el vigor de su juventud al deshacerse de la mujer con quien se casaron y de buscar una más joven. Nunca faltan mujeres jóvenes a quienes las halaga la adulación de hombres mayores, las cuales carecen de la experiencia necesaria para reconocer los peligros que eso representa. Muchas de esas mujeres neciamente cultivan relaciones románticas con hombres “casi” separados, y luego pasan años viviendo como “la otra mujer”....
»Ahora sucede que usted quiere entrometerse en la vida de la joven al delatar al novio. Aunque tenga buenas intenciones, ¡usted debe dejar de meterse en lo que no le incumbe! Déjelos que se las arreglen sin su ayuda....
»Dios diseñó la relación matrimonial para que fuera santa, es decir, exclusiva, protegida y valorada. Usted hizo votos de fidelidad ante Dios cuando se casó con su esposa, y ahora necesita pedirle su ayuda divina para mantenerse fiel a esos votos por el resto de su vida. Dios envió a su Hijo Jesucristo a morir en la cruz como paga por los pecados que nosotros hemos cometido, pero además de pedirle perdón por esos pecados, debemos tomar medidas para no volver jamás a pecar “locamente”.»
Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, se puede leer si se ingresa en el sitio www.conciencia.net y se pulsa la pestaña que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 301.