«Por celos injustificados»

11 jul 2013

En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos:

«Estuve casada dos años. Desde el inicio del matrimonio, [mi esposo] se comportó muy violento. Me golpeaba por celos [injustificados].... Un día, me golpeó y me abandonó. Aconteció lo mismo varias veces. Era un ir y venir. Se enojaba y se iba. No le importaba nada. La última vez que nos separamos, me volvió a golpear y se fue. Yo no quise volver a verlo más. Me pidió que lo perdonara, pero eso ocurrió tantas veces que ya no le creí más.

»Nunca quiso buscar ayuda [profesional]. Yo ya no quiero seguir casada con él, pero no sé si es lo correcto. Estoy queriendo quedarme sola y seguir adelante. Gracias a Dios, no tuvimos hijos porque perdí dos embarazos. Son muchas heridas.... Ahora no me queda nada. Me siento culpable e infeliz.»

Este es el consejo que le dio mi esposa:

«Estimada amiga:

»Su caso nos conmueve el corazón. ¡Nos entristece mucho que se haya casado con un hombre que la tratara como lo hizo él! Hay hombres (y algunas mujeres) que, durante el noviazgo, tienen la habilidad de ocultar sus tendencias a la violencia, pero que, una vez que se casan, se manifiesta su verdadera naturaleza....

»Usted dice que ahora se siente culpable. Dios nos dio a cada uno una conciencia para ayudarnos a distinguir entre el bien y el mal. Por lo general, nos sentimos culpables cuando hacemos lo malo. Sin embargo, en el caso suyo, su esposo la maltrató y la manipuló a tal grado que usted se confundió al tratar de distinguir entre el bien y el mal. Él la convenció de que estaba bien que usted permitiera que la golpeara, y que estaba mal que usted se protegiera. Así que usted lo perdonó vez tras vez, y permitió que regresara a casa y volviera a golpearla. Y ahora usted se siente culpable por haber hecho lo correcto.

»Nunca se justifica la violencia en el matrimonio. El apóstol Pablo dice que cada esposo debe amar a su esposa tal como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella.1 ¿Cómo fue que amó Cristo a la iglesia? Él murió en la cruz por los pecados de todos nosotros a fin de que formáramos parte de su iglesia. Él amó y se entregó y se sacrificó. Ese es el modelo que el esposo debe seguir.

»Los hombres que manifiestan enojo y conducta violenta no dejarán de ser abusivos sólo porque lamentan lo sucedido. Es probable más bien que se vuelvan cada vez más violentos. Sin la ayuda profesional de un consejero o de un programa para dominar el enojo, esos hombres son peligrosos. Toda mujer que viva con un hombre abusivo se arriesga a que corran peligro tanto su propia vida como la de sus hijos....»

Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, se puede leer si se ingresa en el sitio www.conciencia.net y se pulsa la pestaña que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 243.


1 Ef 5:25
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