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Caso 693

Después de diez años de matrimonio, mi esposa se quiere separar a pesar de que tenemos dos hijos.... Me ha dicho que ya no me quiere. Pero aunque me ha ocultado algunas cosas incorrectas que hizo, yo no quiero separarme porque... tengo miedo de perder mi salvación al buscar otra pareja, y no quiero que mis hijos crezcan sin un hogar estable.

No sé qué hacer.... Estoy muy angustiado. Quisiera saber lo que Dios me permite o no hacer, para no perder mi salvación.

Consejo

Estimado amigo:

Lamentamos los problemas que ha tenido en su matrimonio. Sabemos que es muy difícil de afrontar, no sólo para usted sino también para sus hijos. ¡Nos alegramos de que esté preocupado por el bienestar de ellos!

Para muchas personas, la preocupación que usted tiene de perder su salvación es algo difícil de comprender. Tal vez piensen que usted está preocupado por perder la membresía en una iglesia o que usted es un fanático religioso que pertenece a alguna secta.

La palabra «salvación» que emplea usted nos hace pensar en un hombre que ha caído al agua desde un barco. El hombre está luchando para mantenerse a flote en el agua y se encuentra en grave peligro de hundirse bajo las olas. Pero los que están a bordo del barco agarran un chaleco llamado «salvavidas», se lo arrojan, y el hombre se aferra a él. Estaba casi perdido, pero ahora se ha salvado.

Nosotros creemos que todos estábamos en peligro de perdición eterna a causa de nuestros propios pecados. El pecado nos separa de nuestro Dios, que es santo. Pero Dios dispuso una manera en que pudiéramos reconciliarnos con Él al enviarnos un Salvavidas para salvarnos de estar perdidos eternamente. Ese Salvavidas era Jesucristo su Hijo. Sin haber Él mismo cometido pecado alguno, Jesús sufrió el castigo por todos nuestros pecados al morir en una cruz. Como resultado, podemos ser salvos si creemos en Él y aceptamos lo que hizo por nosotros.

Usted ya ha tenido la experiencia de la salvación por haber aceptado a Cristo, y ahora siente temor de que suceda algo que le quite esa salvación. Pero Jesús dijo que nadie nos la puede quitar.1

Dios espera que usted haga todo lo posible para restaurar su matrimonio. Él espera que cumpla con los votos de fidelidad que se hicieron el uno al otro. Muéstrele a su esposa el amor de Dios al aceptarla tal como es, a pesar de todo lo que ella ha hecho. Asegúrele que usted no se dará por vencido en cuanto al matrimonio. Y busque consejería matrimonial para los dos.

Si su esposa quiere divorciarse, entonces, dependiendo de las leyes que rijan en su país, es posible que usted no pueda detenerla. Sin embargo, no tiene usted que consentir con el divorcio, ni tiene que abandonar su hogar. Pase más bien mucho tiempo en compañía de sus hijos, de modo que sientan la seguridad de saber que usted no los abandonará a no ser que un juez lo exija. Invierta todo su tiempo y esfuerzo en la familia que tiene, y ni siquiera contemple una vida sin ella. Permita que Dios lo guíe día tras día y que le enseñe cómo mostrar su amor a todos los que lo rodean.

Le deseamos lo mejor,

Linda
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1 Jn 10:28

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