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Caso 753

Mi relación con Dios era excelente. Oraba al levantarme y al acostarme todos los días. Pero al pasar el tiempo, empezó a cambiar todo porque me mudé a la ciudad por motivo del trabajo. Desde ese momento dejé la iglesia....

Mi vida va de mal en peor. Trato de no pecar... pero no puedo. Al pasar los días, vuelvo a hacer muchas cosas que aborrece Dios. A veces... pienso que no tengo perdón de Dios. Ahora ni ganas de orar tengo, ni de leer la Biblia. Siento que me estoy yendo a la perdición. ¡Ayúdeme! ¿Qué hago? Quiero cambiar, volver a Dios.

Consejo

Estimado amigo:

¡Usted no es el único! Comprendemos lo que le está pasando y queremos ayudarle. Muchas otras personas han tenido la misma experiencia, y pudieron volver a Dios.

Usted seguía una rutina que incluía su comunicación personal con Dios y la asistencia a la iglesia junto con otros que lo inspiraban y estimulaban en su vida espiritual. Pero luego hubo un vuelco en esa rutina, y usted se encontró en un nuevo lugar con nuevas rutinas. Ya no contaba con el apoyo de miembros de una iglesia, y eso facilitó que descuidara sus rutinas antiguas y su comunicación con Dios.

Hace muchos años el Hermano Pablo, a fin de ayudarnos a comprender mejor la fe, enseñó que nuestra relación personal con Dios es como un imán. Cuanto más nos acercamos a Dios, mayor es la atracción hacia Él. Cuando leemos y escuchamos lo que Dios nos dice en la Biblia, agradeciéndole de continuo por todas sus bendiciones, y nos comunicamos a diario con Él en oración, meditando en su gracia y su amor, sentimos su presencia. En cambio, cuando dejamos de hacer esas cosas, la atracción es cada vez menor y comenzamos a sentirnos solos y abandonados, y nos preguntamos dónde estará Dios.

¡Le tenemos muy buenas noticias! Dios escuchó el clamor de su corazón mucho antes de que nos expresara a nosotros lo que usted estaba sintiendo, y ha estado esperando a que se vuelva a Él. Dios lo perdonará, sin que importe lo que haya hecho. Lo sabemos porque Juan el apóstol enseñó que “si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad”.1 ¿Se dio cuenta de la palabrita «toda»? Él le perdonará todos los pecados que usted haya cometido.

Fíjese metas pequeñas y comience a cumplirlas hoy mismo. Pídale perdón a Dios y acepte ese perdón, y luego exprésele a Dios su agradecimiento en oración. Acto seguido, busque una iglesia en la que los miembros aman a Dios y donde usted pueda fortalecerse y sentirse motivado. Lea los Salmos y observe particularmente las oraciones del rey David, quien cometió adulterio y homicidio cuando se alejó de Dios por un tiempo. Cada día, enfóquese en un versículo de la Biblia que le recuerde la fidelidad de Dios.

Le deseamos lo mejor,

Linda
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1 1Jn 1:9 (NVI)

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