Salí al extranjero a estudiar, pero debido a la soledad, [tuve relaciones sexuales con] una chica del país donde estoy [y quedó] embarazada. Por miedo a su familia y a estar en un país donde desconozco las leyes, accedí, «sin sentirlo», a casarme con ella porque ella de cierta forma me presionó a hacerlo. Ella quiere venir a mi país natal luego de que nazca el bebé. Pero lo que más me duele es que yo no la amo. Deseo el niño, quiero tenerlo conmigo; pero la única opción que tengo es casarme con ella para que eso pase.
No sé qué hacer. Siempre quise casarme por amor, no por obligación. ¿Será que Dios desea que me case sin estar enamorado?
Consejo
Estimado amigo:
Me parece interesante que lo último que dice tenga que ver con lo que Dios desea. ¿Acaso antes de tener relaciones sexuales con la joven, se preguntó: «¿Será que Dios desea que me una físicamente a una joven con quien no estoy casado y a quien no amo?»
Amigo, la manera en que cuenta su caso lo convierte a usted en la víctima en todos los sentidos. Usted dice que inicialmente tuvo relaciones sexuales con la joven debido a la soledad que sentía, como si el sentirse solo justificara tal conducta. Dice que desconoce las leyes del país en el que está, como si no pudiera enterarse de lo que esas leyes dicen en cuanto a su situación. Y nos da a entender que todos lo están presionando a que haga lo que no quiere hacer, como si usted no tuviera poder alguno para tomar su propia decisión.
Sin embargo, lo cierto es que en vez de ser la víctima, usted es la persona responsable de las decisiones que toma. Ahora que ya ha hecho caso omiso del principio divino de no tener relaciones sexuales antes del matrimonio,1 se encuentra sin ninguna buena opción. Cuando tomó la decisión de tener esa intimidad física con la joven, optó por hacer lo que daría como resultado este dilema. Lo que decidió entonces ha limitado las opciones que le quedan ahora. ¡Así es la vida!
Ninguna de sus opciones le proporcionarán lo que usted desea, así que va a tener que decidir cuál de las dos aceptará por el resto de su vida. Dios ha dispuesto que el matrimonio sea hasta que uno de los dos muera, así que no podemos recomendar que se case a no ser que usted esté dispuesto a serle fiel a esa joven toda su vida. Sería como se acostumbraba en los tiempos bíblicos y en algunos países en los que la decisión la tomaban otras personas. Usted puede tomar la decisión de aprender a amarla, mostrando su amor mediante sus acciones, aun antes de comenzar a sentirlo. Y puede optar por comenzar su familia ahora mismo, comprometiéndose de por vida, aun en el caso de que nunca llegara a sentir ese amor que tanto busca.
O puede abandonar a su hijo, tal como hacen muchos hombres todos los días. Dejan a las jóvenes con cicatrices de por vida, y a hijos que crecen preguntándose qué hicieron de malo para no tener un padre. Por supuesto, la única decisión correcta, honrada y honorable sería la de aportar el sustento económico para su hijo y visitarlo con la mayor frecuencia posible. El ser de otro país hace que esto sea complicado, pero no imposible. Este sería su compromiso económico primordial hasta que el niño fuera adulto, y cualquier mujer con la que usted quisiera casarse en el futuro tendría que estar de acuerdo en que usted seguiría dándole prioridad económica a ese hijo.
La víctima en este caso no es usted sino el niño. ¿Está dispuesto a reconocerlo y a hacer lo debido al respecto?
Espero que tome la decisión correcta,
Linda
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1 1Co 6:9-10; Ef 5:5; Heb 13:4; Ap 21:8; 22:14-15