Trabajo desde hace ocho meses... en un restaurante de comida rápida. Todos los días observaba cómo mis compañeros tomaban dinero de la caja y robaban sin ningún remordimiento. Por más de cinco meses me mantuve alejado de esa fatal conducta, pero la tentación siempre estaba presente. Desde hace dos meses caí en esa errada conducta de robar el dinero de caja, y [se ha] convertido en un círculo vicioso. Pero desde ese mismo día no soporto el grado de culpa. He estado deprimido y muy preocupado, y casi ni duermo....
No quiero [tener una] doble cara delante de... mis seres queridos. ¿Qué hago? Ya no puedo más.
Consejo
Estimado amigo:
¡Tenemos buenas noticias para usted! Su conciencia está respondiendo tal como Dios quiso que respondiera. Eso es señal de que, en el fondo, usted es una persona de integridad. La tentación en la que ha caído no tiene que arruinar su vida. Ha aprendido una valiosa lección que jamás olvidará. Pero ahora debe dar pasos para salir de ese ciclo y volver a actuar con integridad.
Usted sabe que es malo robar. El octavo mandamiento es muy claro. Tomar lo ajeno es pecado, ya sea un pedazo de fruta del supermercado, o unos centavos de la caja registradora o una gran suma de dinero de la cuenta bancaria de otra persona. Muchos creen que no tiene tanta importancia si se trata de pequeñas cantidades. Eso es como si creyéramos que es menos malo matar a alguien pegándole un solo tiro, que matarlo con varios impactos de bala. El muerto está muerto sin que importe el número de disparos que lo mataron. Robar es igualmente malo, y no importa lo pequeña que sea la cantidad de lo robado.
Otros comparan sus bienes materiales y sus recursos económicos con los bienes y las riquezas de los demás. Ellos se convencen de que la falta de equidad justifica el robo. Esa es una versión de la leyenda de Robin Hood: robarles a los ricos y darles a los pobres. Tal mentalidad tarde o temprano resulta en pandillas que asaltan tiendas y almacenes para robar electrodomésticos porque creen que los dueños, o las aseguradoras, tienen dinero de sobra. Cuando alguien llega al convencimiento de que el robo se justifica, esa mentalidad habrá de perjudicarlo llevándolo a quién sabe cuál extremo.
Si hay varias personas que están robando dinero de la caja, es probable que no pase mucho tiempo antes de que el dueño del restaurante descubra sus pérdidas. Posteriormente es posible que instale cámaras ocultas para atrapar a los ladrones. La próxima vez que se sienta tentado a robar, imagínese cómo ha de sentirse cuando la policía llegue y se lo lleve esposado. Imagínese cómo han de sentirse sus seres queridos cuando vayan a visitarlo en la cárcel. E imagínese lo difícil que le será volver a conseguir un empleo si tiene antecedentes penales. ¿De veras vale la pena arruinar su vida por una pequeña suma de dinero?
Lo mejor sería que buscara de inmediato otro empleo. Aléjese del todo de la tentación. Y luego elabore un plan para restituir lo que ha robado. Una vez que haya eliminado la tentación y haya comenzado a restituir el dinero robado, sentirá alivio del estrés psicológico que lo ha mantenido deprimido y sin poder dormir bien. Sin embargo, más importante que cualquier otra cosa, usted debe pedirle a Dios que perdone sus pecados, en el nombre de su Hijo Jesucristo. Cristo murió en la cruz para sufrir el castigo eterno que le corresponde a usted por haber robado. Él lo perdonará, pero usted debe mostrar su sinceridad al no volver a hacerlo jamás.
Le deseamos lo mejor,