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Caso 512

Tengo cuarenta años, pero jamás he sentido miedo como ahora.... No lo puedo explicar.... Es algo que se acumula en mi pecho y me causa como algo de desesperación, tristeza, hasta algunas veces de deseos de llorar. Realmente es algo que me incomoda, y no lo entiendo.

He orado a Dios, pero sigo teniendo esta situación. Cuando llego de mi trabajo a la casa, a eso de las ocho de la noche, es cuando me siento incómodo. Todo el día lo paso muy bien, excepto a esa hora. Cuando escucho desorden social o vecinos [de fiesta], me causa hasta enojo. No sé si será porque me gusta estar solo con mi familia y que nadie nos moleste. A nadie se lo he dicho, pero me gustaría que me ayudaran.

Consejo

Estimado amigo:

Tiene razón al pensar que debe haber algún motivo que le causa esos síntomas incómodos todos los días a la misma hora. Si tuviera los síntomas todo el día, entonces pudiera tratarse de una enfermedad. Pero como sólo tiene los síntomas al anochecer, es probable que algo que sucede en casa esté causando esta reacción.

Usted dice que le gusta estar solo con su familia y que nadie más los moleste. A veces le son intolerables las actividades de sus vecinos, y eso le causa enojo. Es probable que las paredes de su casa estén muy cerca de las casas de sus vecinos y que usted no pueda alejarse de la bulla que hacen. No hay duda de que el ruido incontrolable que parece incesante pudiera hacer que uno se enoje. En el caso suyo, parece que usted está dominando su enojo tragándoselo, pero el tener que hacer eso día tras día es estresante y hace que manifieste síntomas físicos.

El enojo es una emoción generada en el cerebro como resultado de lo que creemos. Es probable que usted crea que tiene derecho a paz y tranquilidad en su propio hogar. Así que cuando no tiene paz ni tranquilidad, se enoja.

El enojo aumenta con el tiempo. Usted tal vez crea que toda expresión de enojo es mala, pero lo cierto es que le serviría de mucho hablar acerca de su enojo con alguien en quien confíe. Lo óptimo sería que fuera un consejero profesional, pero también pudiera serle de ayuda un amigo. Esa persona no va a poder eliminar el ruido en su vecindario, pero sí pudiera ayudarle a afrontar su enojo de un modo positivo.

Cuando usted regrese de noche a casa, converse consigo mismo. Dígase que, si bien usted cree que sus vecinos son desconsiderados y que las actividades de ellos son perjudiciales para la sociedad, tienen el derecho de escoger sus propias actividades. Tienen el derecho de hacer ruido en sus propios hogares. Recuérdese a sí mismo que habrá ruido cuando usted llegue a casa, y que no habrá paz ni tranquilidad.

Jesucristo comprendía que nosotros afrontaríamos toda clase de pruebas. Y sabía que tendríamos que tratar con personas problemáticas. Él nos enseñó que amemos a nuestros enemigos y oremos por quienes nos persiguen.1 Considere el ruido como una clase de persecución y ore por sus perseguidores. Y, claro está, usted puede pedirle a Dios que intervenga a su favor haciendo que sus vecinos sean más considerados.

Le deseamos lo mejor,

Linda
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1 Mt 5:44

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