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Caso 223

Tengo veinticinco años, [y] una relación con una joven de veintiuno. Ella me ama, lo sé; sin embargo, no es buena demostrándolo. Hace cosas que me incomodan bastante. Cuando le reclamo, yo soy siempre el que anda mal. Es [demasiado] orgullosa [como] para humillarse, y siempre espera a que sea yo el que dé el paso. Me reclama porque ya no soy tan detallista con ella. Le he dicho que lo que pasa es que su actitud me ha enfriado un poco.... Ella podría cambiar con el matrimonio; pero, ¿y si no?

Esto me ha afectado en todas las áreas de mi vida....  Soy una persona superromántica. Siempre se lo he demostrado, pero es casi imposible lograr un detalle de su parte. La amo, pero estoy abrumado y desilusionado...

Consejo

Estimado amigo:

Es muy importante la pregunta que usted hace: «¿Qué tal que ella no cambie después de casarse?»

La respuesta es que ella, sin lugar a dudas, cambiará. Durante el noviazgo con usted, ella se ha portado de la mejor manera posible. Después de casarse, ella ya no tendrá que ganarse su aprobación.

Lo mismo sucede con los hombres. Muchos de ellos son atentos y considerados durante el noviazgo, pero después de casados, son propensos a bajar la guardia. Es posible que ciertas debilidades desagradables y costumbres molestas ya no se sigan ocultando.

Por eso recomendamos que las parejas lleguen a conocerse por un espacio de tiempo prolongado antes de considerar el matrimonio. Cuando los hábitos o rasgos personales del uno abruman o desilusionan al otro (tal como usted ha descrito), es hora de dar por terminado el noviazgo. No es, de ninguna manera, hora de considerar el matrimonio.

Todas las parejas tendrán sus desacuerdos, y casi todo el mundo tiene costumbres o rasgos personales que son molestos. Pero cuando esas tendencias tienen un efecto negativo en cada esfera de la vida de su pareja (como usted ha descrito), eso es una señal inequívoca de peligro inminente. Si continúa, será peor.

Le recomendamos que invite a Jesucristo a que forme parte de su vida y lo ayude a afrontar lo que tenga por delante. Él puede darle la sabiduría para ponerle fin a ese noviazgo de un modo dulce y bondadoso. Puede darle las fuerzas que necesita para encarar la soledad que tal vez le espere. Y puede dirigir su vida de modo que encuentre a una novia que haga que se sienta bien con relación al futuro.

El apóstol Pablo escribió que el amor «es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor.”1 Cuando contemple un nuevo noviazgo, le recomendamos que se valga de esa descripción como la medida para determinar si lo que usted siente es amor para toda la vida y si el amor de su futura novia cumple con esos mismos requisitos.

Le deseamos lo mejor,

Linda
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1 1Co 13:4-5

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