Día tras día, me mata este silencio. Sufro con la agonía de [un] amor prohibido. No sé qué hacer. Mi amor es verdadero, y jamás había sentido un amor tan grande como el que siento por él. Pero sé que hay una gran mujer que no merece ser lastimada.
He intentado acabar con este amor, pero no puedo. Necesito ayuda. Yo lo amo, pero no puedo ser feliz a [costa] del sufrimiento de otra persona.
Todos los días le pido fuerzas a mi Dios para poder dejarlo, aunque el dolor sea muy grande. ¿Debo hacerlo?
Consejo
Estimada amiga:
Nos agrada mucho que usted nos haya contado su caso. Muchas personas en la misma situación se dejarían llevar por sus emociones en lugar de detenerse y considerar las consecuencias. En cambio, usted nos ha dicho que está pensando en la mujer que sería lastimada. ¡La felicitamos por eso! Usted tiene la capacidad de pensar en ella a pesar de que esto le causa dolor. Y dice que sabe que usted no pudiera ser feliz si para lograrlo resultara ella lastimada. ¡Ojalá hubiera más personas en el mundo a quienes les importara el bienestar de los demás!
En lo que a usted se refiere, sólo sabemos que tiene suficiente inteligencia como para pensar bien antes de actuar. A usted le interesan los demás y tiene buena conciencia. Esa actitud es un buen punto de partida que le ofrece ventajas sobre muchas otras personas.
Ahora examinemos sus sentimientos. Los sentimientos proceden de las emociones. Las emociones no son ni buenas ni malas. Se dice que algunas personas son más emotivas que otras, ya sea porque tienen sentimientos más intensos o porque toman decisiones basadas en sus sentimientos más que en la lógica. Algunas hasta sostienen que no pueden dominar sus emociones, y luego usan sus emociones como pretexto para obtener lo que quieren, sin que importe a quién lastimen con tal de lograr su capricho. Muchas personas toman malas decisiones basadas en sus emociones, y luego se quejan por haber arruinado su vida.
Las emociones de por sí no bastan para tomar ninguna decisión. En la historia hay muchísimos ejemplos de personas que han sufrido las consecuencias de decisiones basadas en emociones y nada más. David, el rey de Israel, tenía un hijo llamado Amnón. Amnón estaba tan enamorado de su medio hermana Tamar que en lugar de esperar el lapso de tiempo requerido para obtener el permiso necesario para casarse con ella, la violó. Pero una vez que la violó, «el odio que sintió por ella... fue mayor que el amor que antes le había tenido». 1 Este es un ejemplo cabal de que las emociones son inconstantes y de que no podemos fiarnos de ellas en absoluto. Si el amor puede convertirse en odio en un instante, entonces ¿cómo puede alguien jamás basar sus decisiones en él?
¿Cuántas parejas no habrá que alguna vez se amaban profundamente, y ahora no soportan estar en la compañía el uno del otro? Su gran amor se ha convertido en odio. Aquella persona por la que hubieran dado la vida misma ahora les resulta repugnante.
Ahora mismo usted siente un gran amor por ese hombre, pero eso no quiere decir que debe dejarse llevar por ese impulso. Al contrario, por ser usted una persona que piensa y que se interesa en el bien de los demás, debe sepultar ese amor en un oscuro cementerio de su mente y no volver jamás a visitarlo. Busque más bien otro objeto de su amor al cual visitar. ¿Hay un hospital para niños cerca de donde vive? Vaya y visite a los niños enfermos y bríndeles su amor. ¿Hay una organización en su localidad que socorre a los pobres? Done su tiempo para ayudarla a proveer ropa y alimento a los menos afortunados. Usted tiene mucho amor que darle al mundo, pero lo estará encauzando mal mientras se concentre en un amor que puede arruinar su vida y la vida de otros.
¡Usted puede dominar sus emociones!
Linda y Carlos Rey
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1 2S 13:15