Yo estoy enferma de cáncer, y por mi mente ha pasado presentarle a mi esposo una amiga. Ella me cuenta que tiene a su hija enferma y que no le alcanza el dinero para sostener su enfermedad.
Como yo estoy enferma, creo que mi esposo sería el marido perfecto para ayudarla. Él es bueno y él me ama, pero yo quiero dejarlo con alguien que lo ayude el día que yo le falte.
Consejo
Estimada amiga:
Nos entristece mucho lo que nos ha contado acerca de su enfermedad y la grave situación que está afrontando. Pero no podemos dejar de notar que en lugar de enfocarse en sus propias dificultades, usted está tratando de ayudar tanto a su amiga como a su esposo. Usted debe de ser una persona bondadosa y compasiva para estar más preocupada por los demás que por usted misma.
Todos hemos de morir algún día, y muchos antes de lo esperado. Pero a usted se le ha dado más información que a la mayoría de nosotros. Usted ya sabe cuál será la causa probable de su muerte y más o menos cuánto tiempo le queda de vida. Eso es útil para planear el resto de sus días en este mundo y para ayudar a su esposo a prepararse para el futuro.
Al principio es probable que le parezca buena la idea de que ha encontrado a una mujer perfecta para que se case con su esposo luego de que usted haya muerto. Pero hay varias razones por las que creemos que esa no es una buena idea. En primer lugar, tanto su esposo como su amiga están muy motivados a tratar de complacerla a usted durante el tiempo que le quede con ellos. Por eso es posible que llegaran a consentir sólo para complacerla. Sin embargo, si uno de ellos, o los dos, posteriormente cambiaran de parecer, es probable que llegaran a sentirse culpables por no cumplir con lo que usted quería. Y el sentirse culpables pudiera llevarlos a tomar decisiones que de otro modo no habrían tomado.
En segundo lugar, con eso usted estaría recomendando una relación permanente por razones indebidas. En el transcurso de los años hemos recibido centenares de cartas de personas que se encuentran sosteniendo relaciones muy infelices por haberse casado sin tener en cuenta las posibles consecuencias de adicciones, resentimiento, abuso físico o ciertas complicaciones familiares. Muchas de esas personas creían que el amor que sentían bastaba para vencer toda circunstancia que afrontaran juntos o cada uno en particular, pero el amor por sí solo nunca basta. Y en el caso suyo, usted está recomendando un matrimonio en el que no hay siquiera amor de por medio, al menos no por ahora.
La tercera razón por la que creemos que usted debe desistir de esta idea es que su esposo va a necesitar un lapso de tiempo considerable para llorar la muerte suya. El relacionarse con cualquier otra mujer antes de permitir que se sane su propio corazón sería malo para la salud emocional de esa nueva relación.
Es evidente que usted tiene paz en cuanto al fin de su vida en este mundo y el comienzo de su vida eterna en el cielo. Pero así como le ha confiado por completo su futuro a Dios, creemos que debe también confiarle a Dios el futuro de su esposo. El sabio Salomón dijo: «Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia.»1 Permita que Dios se encargue del futuro de su esposo. Él sabe cómo trazar un plan que será mucho mejor que cualquier plan que usted pueda imaginarse.
Le deseamos salud y una larga vida,
Linda y Carlos Rey
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1 Pr 3:5