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Caso 554

Tengo tres hijos. Mi hija mayor, que tiene veinte años..., ha dejado de estudiar y no quiere continuar. Siente que está siendo obligada al estudio. [Cuando pasa las noches fuera de casa], yo no puedo descansar. Me siento preocupado y rogando para que no le pase nada. En muchas ocasiones he [intentado] recogerla, pero se niega. He tratado de hablar y ser tolerante, pero me responde con agresividad. He querido llevarla a un psicólogo, pero no lo permite. Hasta me amenaza con irse de casa.... ¿Qué debo hacer?

Consejo

Estimado amigo:

Lo último que usted dice pudiera ser la clave para comprender algunas de las causas primordiales de su situación. Usted dice que su hija amenaza con irse de la casa si usted no tolera su conducta. Y cuando ella lo amenaza, usted se retracta porque teme los peligros que pudieran sobrevenirle a ella si se fuera a vivir a otra parte.

Eso quiere decir que quien manda en su casa es su hija. Usted, por temor, ha renunciado al puesto de autoridad en su hogar. No es que un padre tenga autoridad alguna sobre un adulto de veinte años de edad. Usted no la tiene. Pero un padre sí debe tener autoridad sobre las reglas de su propio hogar y de sus finanzas.

Sería prudente de su parte preocuparse por el ejemplo que les está dando a sus dos hijos menores. Ellos están observando toda interacción y tomando nota mental de cada vez que la hermana mayor quebranta las reglas sin sufrir ninguna consecuencia. Puede estar seguro de que ya han aprendido que la manera de conseguir lo que quieren es manipular e infundirle temor a su padre.

Por la salud y la seguridad de toda su familia, ya es hora de que afronte sus temores y confronte a su hija. Reconozca que no puede obligarla a que estudie. Si su hija opta por reprobar sus estudios, esa decisión le corresponde a ella. Usted dejará de sermonear, presionar o tratar de ordenar que siga cursando estudios.

Sin embargo, la única alternativa al estudio es el trabajo. Ella no puede seguir viviendo como una niña, recibiendo gratis la vivienda y la alimentación, siendo una adulta de veinte años. Tiene que buscar un empleo y comenzar a pagar por sus propios gastos.

Es muy probable que su hija ponga a prueba la determinación que usted tome. No sería de extrañar que trate de vivir con amigos o tal vez hasta con un novio. A pesar de lo doloroso que sea, debe estar preparado para dejar que ella se vaya, consciente de que ya es una mujer adulta y no hace falta que usted siga protegiéndola.

Dios, nuestro Padre celestial, comprende exactamente cómo se siente usted. Él trata de protegernos de nuestras propias decisiones imprudentes y hasta peligrosas, pero nosotros como seres humanos tenemos la tendencia de tomar malas decisiones de todos modos. Él se aflige profundamente cuando nuestras decisiones nos acarrean consecuencias desastrosas, pero nunca nos obliga a hacer las cosas a su manera en lugar de hacerlas como quisiéramos nosotros. Ha llegado el momento de que usted siga el ejemplo de nuestro Padre celestial.

Le recomendamos que lea los Casos 226 y 377 a fin de considerar más sugerencias que pudieran ayudarlo en la situación en que se encuentra.

Le deseamos lo mejor,

Linda

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