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Caso 359

El esposo de mi amiga le pidió dinero prestado a mi esposo, argumentando que en cuanto le fuera posible se lo pagaría. Han transcurrido algunos meses y, en reuniones donde todos asistimos, el esposo de mi amiga... nunca le ha dado razón del préstamo. Un día mi esposo le envió un mensaje preguntándole al respecto, a lo cual respondió que le daba mucha pena pero no le era posible pagarle [por ahora] porque tenía gastos.

Han seguido pasando los meses, y no ha tenido ni siquiera la atención de darle una explicación a mi esposo. Yo pienso que mi amiga no tiene conocimiento de dicho préstamo, pero sí me he dado cuenta de que en actividades sociales que representan un gasto siempre participan, lo cual me hace pensar que sí tienen la posibilidad de pagar. Quisiera que me aconseje qué tan conveniente es que yo le pregunte directamente a mi amiga a fin de saber si tienen la intención de pagar, o si tenemos que decirle adiós a ese dinero.

Consejo

Estimada amiga:

La felicitamos por no haberle dicho nada a su amiga acerca del préstamo. Muchas mujeres ya habrían intervenido personalmente y revelado el secreto. Pero usted procedió con sabiduría y dominio propio.

Las mujeres tienen la tendencia y la reputación de interferir en los conflictos de sus esposos y de sus hijos. Eso puede empeorar en vez de mejorar muchas situaciones. El préstamo fue entre su esposo y el esposo de su amiga. ¡No interfiera! Le rogamos que no le diga nada a su amiga acerca del préstamo. Si su esposo decide que ella debe saberlo, entonces él puede decírselo estando usted presente.

Es muy arriesgado prestarle dinero a alguien. Recomendamos que nunca haga un préstamo de cantidad alguna de dinero, a no ser que esté secretamente dispuesta a obsequiarlo. Si ese dinero le hace falta, entonces jamás se lo preste a nadie.

Su esposo estaba tratando de ser amable con el esposo de su amiga, y la amabilidad es siempre buena. Sin embargo, no es necesariamente amable prestar dinero. El sabio Salomón dijo: «Los deudores son esclavos de sus acreedores.»1 El dar un préstamo hace que el deudor se convierta en un esclavo porque lo obliga a trabajar para pagar la deuda. Si por cualquier razón no puede pagarla, evitará volver a encontrarse con el prestamista. Entonces, si no tiene esperanzas de poder saldarla, de ahí en adelante no tendrá nada que ver con él. Muchas amistades se han deshecho como resultado de deudas pendientes.

El prestarle dinero a un familiar o a un amigo puede acarrear mucho conflicto entre los involucrados. Cuando la deuda no se salda puntualmente, el prestamista a menudo comienza a juzgar todos los gastos del deudor. Como no hay dos familias que tengan jamás las mismas prioridades exactas, casi siempre surge la oportunidad de juzgar los motivos detrás de las compras de la otra persona. Entonces hasta los gastos más insignificantes pueden llegar a ser motivo de análisis o discusión en el seno de la familia del prestamista, y a veces aun los amigos y los parientes de éste se ven envueltos en el conflicto.

De modo que sí. Dígale adiós a ese dinero que prestó su esposo. Pero considérelo el precio de haber aprendido una buena lección para el futuro.

Le deseamos lo mejor,

Linda
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1 Pr 22:7

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