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Caso 101

Trabajo para una empresa en la cual me han dado la confianza. A veces no tengo dinero para suplir mis necesidades. Vendo repuestos y, cuando los clientes no quieren factura, los facturo por menos valor.

Quiero cambiar. No estoy haciendo lo correcto delante de Dios.

Consejo

Estimada amiga:

Seguramente no se trata de una gran suma de dinero, y usted lo necesita muchísimo. En esas circunstancias es fácil justificar algo que uno sabe que es malo cuando uno está seguro de que lo está haciendo por una razón buena. Todos los días personas como usted mienten, engañan y roban convencidas de que sus circunstancias extraordinarias justifican que quebranten la ley de Dios y las leyes de sus gobiernos respectivos.

¿Alguna vez ha tenido la oportunidad de recorrer los pasillos de una cárcel y hablar con los presos? Casi sin excepción, tienen una historia que contar de cómo lo que hicieron no era realmente malo debido a su situación y sus circunstancias particulares. Y sin embargo ahí se encuentran, encarcelados por su conducta. Por muy justificados que se sientan, quebrantaron determinadas leyes y los atraparon.

A usted no la han descubierto todavía, así que tal vez no se haya imaginado lo traumático que sería que su patrón descubriera su engaño y la despidiera. ¿Qué tanto sufriría usted económicamente si no tuviera nada de ingresos? ¿Qué si su patrón llamara a la policía y formulara cargos contra usted por desfalco? Las leyes cambian de un país a otro, pero casi de seguro usted iría a parar a la cárcel. ¿Cómo pagaría los servicios de un abogado para que la defendiera?

¡No vale la pena! Hay un proverbio bíblico que se cita a menudo, que dice: «Pueden estar seguros de que no escaparán de su pecado.»1 En otras palabras, tarde o temprano usted pagará las consecuencias de lo que está haciendo. ¡Debe dejar de hacerlo hoy mismo!

Si hay algún modo de saber cuánto ha robado hasta ahora, entonces le recomendamos que lo pague devolviéndolo poco a poco, aunque le tome años hacerlo. Prívese de comprar algo cada semana y use ese dinero para restituir lo robado. Es probable que los dueños de la empresa no necesiten ese dinero tanto como usted, pero ese no es el factor importante.

Lo que tiene la mayor importancia es que usted busque el perdón de Dios. Él no exige que repita oraciones interminables ni que cumpla determinados requisitos reiteradamente para obtenerlo. Lo que Dios sí exige es que usted de veras esté arrepentida de lo que ha hecho y que simplemente le pida en sus propias palabras que la perdone. Luego, para demostrar que está realmente arrepentida, devuelva el dinero que ha robado, como ya le recomendamos.

Es de esperar que usted jamás tenga que comparecer ante juez alguno excepto Dios mismo. Y felizmente para cada uno de nosotros, Dios ya le ha dado nuestro castigo a Otro. Jesucristo, su Hijo, murió en la cruz para pagar el precio de lo que usted ha hecho y de lo que hemos hecho nosotros. Así que cuando usted ore, pidiéndole a Dios que la perdone, no olvide darle gracias por su Hijo Jesucristo.

¡Hágalo hoy mismo!

Linda y Carlos Rey
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1 Nm 32:23b

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