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Caso 657

Cuando tenía veintitrés años quedé embarazada de mi primer hijo. Mi padre me presionó para que viviera con el padre de mi hijo, que ahora es mi esposo. Llevo con él quince años y tenemos ya tres hijos, pero no he podido amarlo.... Sé que él me ama, y quiero lo mejor para mis hijos. Sin embargo, a veces quiero tirar la toalla. No soy completamente feliz.

Consejo

Estimada amiga:

La felicitamos por no dejar de darle alta prioridad al bienestar de sus hijos. Lamentablemente hay muchas personas a quienes su propia felicidad les interesa más que lo que les conviene a sus hijos. Gracias a Dios, usted no es una de esas personas egoístas.

En el mejor de los casos, sus hijos son amorosos y respetuosos. Pero ¿qué haría usted si ellos fueran irrespetuosos y no mostraran afecto alguno? ¿Los amaría usted de todos modos? Los hijos, especialmente los adolescentes, tienen la tendencia a causar agitación y estrés. Pero lo interesante del caso es que nadie jamás nos dice que no ama a sus hijos. Al contrario, los padres siguen amándolos, incluso cuando son rebeldes y su conducta causa enojo y frustración.

Si usted no padece de depresión clínica, puede optar por ser feliz aun si no siente amor por su esposo. Así como se toma la decisión de seguir considerando a un hijo descarriado como parte de la familia, se puede tomar la decisión de seguir considerando al cónyuge como parte de la familia. No se descarta al cónyuge sólo porque no está a la altura del amor romántico que se representa en las películas o porque no hace que su pareja «sienta» amor. Como hemos dicho muchas veces, el amor no se mide por los sentimientos porque éstos cambian de un día para otro.

Nosotros creemos que usted está equivocada en cuanto a lo que produce la felicidad. La felicidad no es producto de las circunstancias, ni se alcanza sólo cuando todo en la vida es perfecto. Es más bien una actitud que se elige tener. Cada día, cuando despertamos, decidimos si vamos a ser felices o desdichados. Nadie más tiene el poder para hacernos felices o infelices. Todo depende de la decisión que tomemos.

Al apóstol Pablo lo golpearon y lo acusaron falsamente. Pasó mucho tiempo en prisiones oscuras, encadenado entre dos guardias. De hecho, en una de esas prisiones escribió lo siguiente: «He aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre».1 Con eso San Pablo estaba dando a entender que él había optado por estar conforme aun en las peores circunstancias. Cuando leemos sus otros escritos, vemos que él nunca permitió que sus circunstancias controlaran su actitud. Jamás dejó que otros le quitaran el contentamiento.

Le deseamos lo mejor,

Linda
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1 Fil 4:11

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