Tengo sospechas de que mi esposo me es infiel con la muchacha de los quehaceres domésticos que tenemos en la casa. No sé si ya tuvieron relaciones sexuales, pero presiento que está a punto de pasar. Creo que lo mejor es sacar a la muchacha, pero la angustia me está matando, el no saber si pasó algo o aún no....
Estoy desesperada y no sé qué hacer.... [No] he podido conciliar el sueño y tampoco logro comer más de un tiempo, por la desesperación y angustia de no saber lo que está pasando. Si hubo algo, mi esposo no me lo va a decir, y creo que ella tampoco.
Consejo
Estimada amiga:
Me entristece que usted esté tan angustiada. Que esto la esté haciendo perder sueño y alimentarse mal la está debilitando a tal grado que no hará más que empeorarlo todo. Ante todo, esfuércese hoy mismo por encontrar alguna comida que le apetezca, y no deje de comerla. Haga planes también para pasar algún tiempo de quietud esta noche antes de acostarse a fin de relajarse después del trajín del día. Para muchos la lectura de un libro les produce sueño. Evite cualquier discusión con su esposo cerca de la hora de dormirse. Eso sólo la mantendrá despierta.
Si resultara que su esposo le ha estado siendo infiel, usted tendrá que ser fuerte para afrontar la situación. Tendrá que poder pensar con claridad y tomar ciertas decisiones. Pero eso no va a ser posible en el estado emocional en que se encuentra usted ahora, sintiéndose tensa y aprensiva. Tan pronto como se sienta así, deténgase y respire profundamente. Concéntrese en contener y soltar el aire lentamente. No permita que crucen por su mente pensamientos que no sean positivos. ¿Qué cosas buenas han ocurrido en su vida o en su familia? Haga una lista de lo bueno, y luego piense en eso mientras respira profundamente.
A estas alturas ya se estará usted preguntándose: «¿Y qué de mi esposo? ¿Qué de mi problema? Sólo me está señalando a mí.» Tiene razón. Me estoy concentrando en usted primeramente porque usted no va a poder hacer nada productivo para resolver su problema sino hasta que logre controlar sus propias emociones. Usted ha permitido que las posibilidades tomen control absoluto de su mente y de su cuerpo. Esas posibilidades pudieran ser falsas, y sin embargo usted ha perdido todo control de sí misma.
Sin conocerla a usted personalmente, es difícil formar un juicio sobre su situación. Permítame entonces hacerle algunas preguntas para comenzar. ¿Es esta la primera vez que usted sospecha que su esposo le ha sido infiel? ¿Qué pruebas tiene de que algo así realmente está sucediendo? ¿Desconfía de su esposo en otros aspectos? ¿Le ha mentido él alguna vez? Si ha sospechado que ha habido relaciones con otras mujeres en el pasado, ¿qué pruebas tuvo en esas ocasiones?
Debido a que está tan alterada, no nos dio usted ninguna razón por la que crea que hay algo entre su esposo y su empleada doméstica. Reconoció, más bien, que no sabía si la relación entre ellos era sexual. Dijo que presentía que estaba a punto de pasar. Si no tiene usted más que sospechas, sin prueba alguna a la cual señalar, y sin embargo está tan trastornada, yo tendría que suponer que usted tiene una imaginación febril, que es una persona muy emotiva, y que es propensa a tener celos sin motivo alguno.
Algunas mujeres piensan que los celos son saludables. Creen que demuestran lo fuertes que ellas son. Sin embargo, es precisamente todo lo contrario. Los celos en realidad son manifestaciones de inseguridad, de falta de confianza en sí misma y de falta de dominio propio. Otras mujeres dicen: «No puedo dejar de ser celosa.» Pero eso también es falso. Usted puede optar por dominar su imaginación febril y confiar en las personas a quienes ama. Para eso sólo hace falta dominio propio.
Ahora bien, si tiene pruebas presentes y pasadas de que su esposo le ha sido infiel, entonces sí tiene usted motivo de mantenerse alerta con relación a otras mujeres. En ese caso, no me parece aconsejable que tenga una empleada doméstica que no sea una mujer mucho mayor que ustedes. Además, reconsideraría si debiera o no seguir teniendo una relación conyugal íntima con un hombre que bien pudiera tener alguna enfermedad venérea.
La raíz de su problema es que usted no confía en su esposo, y es evidente que tampoco es usted su mejor amiga. Dios no diseñó el matrimonio para que fuera de ese modo. Cuando Él estableció en el principio que el hombre y su esposa «se funden en un solo ser», 1 se refería a que están tan íntimamente ligados en lo emocional que pueden tener absoluta confianza mutua. Comienzan a saber exactamente qué siente y qué piensa el otro. No hay nada en absoluto que se interponga entre ellos porque están unidos y no separados. Este es un designio divino, y no hay relación que pueda comparársele.
Cuando tanto el esposo como la esposa han puesto su fe y su confianza en Jesucristo, esa relación es aún más estrecha. Como basan sus creencias en la Biblia, hay menos margen para desacuerdos. Y como Dios está a su lado para ayudarlos, es más difícil separarlos. Ambos confían en Dios y se tienen confianza mutua.
San Pablo nos aconseja que pensemos en «todo lo que sea excelente o merezca elogio» y lo consideremos bien. 2 Esa es la receta para los celos infundados. Usted necesita reemplazar esos pensamientos negativos que son destructivos con pensamientos positivos. Le parecerá muy difícil al principio, pero se le hará más fácil cuanto más lo practique. Dios también le ayudará si se lo pide.
Con afecto fraternal,
Linda, la esposa de Carlos Rey
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1 Gn 2:24
2 Fil 4:8