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Caso 807

Llevo quince años casada con un hombre respetuoso, responsable, educado, trabajador, fiel y, desde hace cinco años, buen padre. Sin embargo, a pesar del amor que profesa, cuando más lo he necesitado no ha mostrado su apoyo. Nunca ha sido un hombre expresivo.... Pero lo que más me molesta es que, cuando está furioso, comienza a romper cosas. Nunca me ha golpeado, pero ahora temo por mis hijos. Le he pedido que vaya a un psicólogo. Hace una semana que convivimos sin hablar a causa de uno de esos ataques de furia. No sé qué hacer.

Consejo

Estimada amiga:

Tiene razón al pensar que un consejero profesional sería de ayuda, pero creemos que deben consultarlo juntos como pareja. Usted necesita participar en la terapia a fin de poder comprender mejor cómo se siente su esposo. Dice usted que él no es expresivo, así que es muy probable que él no acostumbre a compartirle sus sentimientos. Tal vez oculte lo que lo frustra en el día a día, dejando así que esa frustración cobre intensidad hasta que finalmente estalla en ira. Si usted pudiera aprender a proporcionarle un espacio seguro para que él exprese su menor frustración y enojo, podría resultar en que no culminara en semejante explosión de ira.

Mientras tanto, vamos a suponer que su esposo, después de romper cosas, se arrepiente de haberlo hecho. Como no suele decirle lo que siente, pudiera o no manifestarle que lo lamenta, pero es probable que sí quiera cambiar ese comportamiento destructivo.

Mantener un registro escrito a diario bien pudiera ayudar a su esposo a expresar lo que siente de una manera más aceptable. Comiencen juntos ese diario, y pídale a su esposo que haga una lista, o hágala usted misma, de las cosas que lo hacen sentirse enojado cada día. Esa lista debe ser breve y sencilla, a no ser que él quiera que sea más detallada. Por ejemplo, uno de los días él pudiera escribir: «trancón de tráfico, llegada tarde al trabajo, ofensa de un compañero de trabajo, cena fría, niños muy bulliciosos» Además, usted o él deben añadir a la lista el nombre y el valor de cualquier objeto que él haya roto ese día.

Es importante que lo anotado en el diario sea hecho con calma y en un ambiente positivo. Usted como entrenadora, y no como jueza, debe felicitar a su esposo por poder identificar y anotar detonantes emocionales que lo llevan a enojarse. Esto es algo que los dos pueden lograr juntos.

Recuerde que el enojo de por sí no es pecado. Las Sagradas Escrituras dan a entender que el enojo es una emoción que todos sentimos de vez en cuando. Debemos reconocer que hay razones válidas para enojarnos. Pero el apóstol Pablo enseñó que si nos enojamos, no permitamos que eso nos haga pecar».1 San Pablo estaba aclarando que es posible enojarnos sin dejar que ese enojo nos conduzca a acciones destructivas. Eso es lo que su esposo necesita aprender.

Le deseamos lo mejor,

Linda
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1 Ef 4:26 (TLA)

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