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Caso 851

Hace aproximadamente tres años, conocí a una mujer de la cual... me enamoré aun estando casado.... De por medio hay dos hijos míos con mi esposa, y la mujer, por su parte, tiene tres hijos.... Pasaron los años, y mantuvimos la relación a escondidas.

Yo intenté alejarme. Le recé todas las noches a Dios para que me ayudara y sacara de mi corazón ese amor que siento por ella. Pienso que mi fe se perdió porque no sucedió lo que con tanta fe le pedía.

Ella está actualmente enamorada de mí. Me pidió que no la alejara... y me está consumiendo [la culpa profunda que siento]...

Consejo

Estimado amigo:

Afortunadamente para usted, su conciencia parece estar en magníficas condiciones. Le está tratando de advertir del peligro que le espera si continúa por el mismo rumbo.

Usted dice que ha perdido la fe porque Dios no ha hecho lo que le pide a Él cada noche en oración. No obstante, admite que un profundo sentimiento de culpa lo está consumiendo. Eso se debe a que usted sabe que lo que está haciendo no es lo correcto. Obviamente Dios le está hablando y dándole a conocer lo que debe hacer. Él está contestando sus oraciones por medio de su conciencia.

Sin embargo, le está pidiendo a Dios que le quite el amor que usted siente por la otra mujer. Para hacerlo, Dios tendría que quitarle el libre albedrío y obligarlo a que reemplace uno de esos sentimientos por otro. Eso es imposible porque Dios nunca nos obliga a hacer nada. No nos programó como robots para hacer lo que Él quiere. Al contrario, nos dio la libertad de elegir por nosotros mismos lo que vamos a hacer.

Algunas de las decisiones que Dios nos dio el poder de tomar por nuestra cuenta nos conducen por un rumbo errado, pero Él permanece a nuestro lado, hablándonos por medio de nuestra conciencia, advirtiéndonos y aconsejándonos que volvamos a tomar el rumbo correcto.

Al parecer, usted cree que el amor que siente por la otra mujer lo convierte en una víctima, incapaz de actuar por sí mismo, y que cree que Dios debe quitarle ese amor para que deje de ser víctima. Pero lo cierto es que ninguno de nosotros somos víctimas de nuestros sentimientos.

No se justifica que robemos pan porque sentimos que tenemos hambre, ni que atravesemos una pared con el puño porque nos sentimos enojados, ni que descarguemos nuestra frustración en todos los que nos rodean porque nos sentimos irritados.

Si usted quiere que su conciencia deje de remorderle, ponga manos a la obra. Sin importar cómo se siente, dígale a esa mujer que le está poniendo fin a la relación con ella y que usted va a serle fiel a su esposa. De ahora en adelante, invierta todo el tiempo y energía que ha estado gastando en la otra mujer para cultivar una mejor relación con su esposa y sus hijos.

Le deseamos lo mejor,

Linda

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