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Caso 167

Tuve relaciones sexuales con un muchacho. Salí embarazada... y el embarazo fue complicado. Me enfermé de la presión arterial..., clamé que Dios tuviera misericordia... de mi bebé. Mi hijo nació y duró doce horas vivo. Nació con problemas respiratorios y presión alta.... Estaba puesta toda mi fe en Dios. A pesar de eso, Dios se lo llevó.

¿Será malo preguntarle a Dios por qué me quitó a mi hijo? [Quiero] que me dé esa respuesta para que sane un poco mi dolor. Ahora mi fe ha decaído, y no encuentro la manera cómo levantarme de esta depresión que siento. ¡Por favor, ayúdenme a entender qué fue lo que pasó!

Consejo

Estimada amiga:

No sabemos cuánto hace que perdió a su bebé, pero es completamente normal que se sienta deprimida y afligida. Durante nueve meses usted estuvo a la expectativa de tener a esa criatura, y se hizo ilusiones de cómo sería su vida a medida que creciera. Además, debido a su enfermedad, usted sufrió un extenso trauma físico y emocional que mermó sus fuerzas físicas y mentales. Ahora, en medio de su dolor profundo, piensa que se sentiría mejor si tan solo supiera el porqué de su padecimiento.

Usted quiere saber si será malo preguntarle a Dios por qué le hizo eso. Lo cierto es que nunca es malo hablar con Dios ni hacerle alguna pregunta. Él desea tener una relación amistosa con usted que la lleve a comunicarse con Él a diario. Y quiere que le haga cualquier pregunta que usted tenga.

Sin embargo, Dios no hizo que muriera su bebé. Al echarle la culpa de eso, usted pasa por alto sus propios problemas de salud y de presión alta, así como los problemas de salud de la criatura. La causa de las enfermedades son la bacteria, las sustancias químicas, la mutación de células y los estímulos externos que no siempre podemos controlar. Cuando usted se ve afectada de la gripe o de un virus, ¿le pregunta a Dios por qué le hizo eso? No, más bien dice que la persona que tosió frente a usted en el autobús debió de haberla contagiado. Algunos dirían que tuvo que ver con que no se puso un abrigo, o que se le mojó el cabello. Pero nadie dice que fue Dios quien le causó la gripe. ¿Tiene sentido, entonces, echarle la culpa ahora a Dios por las enfermedades que tenía su hijo al nacer?

Dios creó la tierra como un lugar perfecto, sin enfermedad ni muerte alguna. Pero le dio a sus seres creados el derecho de optar por hacer la voluntad de Él o hacer lo que querían ellos. Nuestros primeros padres, Adán y Eva, optaron por hacer la voluntad de ellos y desobedecer los planes y las normas de Dios.1 Lamentablemente la decisión que tomaron acarreó la enfermedad y la muerte, y ahora cada uno de nosotros sufre las consecuencias. A todos nos espera la enfermedad y, algún día, la muerte, no porque Dios así lo quisiera sino porque nuestros primeros padres rechazaron su plan. Gracias a Dios, hoy podemos tener esperanza al optar por la vida plena y eterna por medio de su Hijo Jesucristo.

Con afecto fraternal,

Linda y Carlos Rey
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1 Gn 2-3

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