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Caso 28

Hace casi dos años comencé a tener relaciones sexuales con mi novio. Actualmente estoy embarazada, y aunque antes de estarlo él habló con mi mamá con respecto a casarnos, ahora pone cualquier excusa para evitarlo.

Mi familia cada vez me pregunta cuándo será la boda, y ya no tengo ni idea qué responder.

Me siento muy mal. Quisiera dejarlo, pero lo amo y siento que él [me ama] a mí [también] a pesar de su actitud. Pero mi dignidad se siente burlada. Siento que no me valora lo suficiente para afirmarse y casarse conmigo. Yo no le toco el tema, para evitar discusiones. ¿Qué debo hacer?

Consejo

Estimada amiga:

Su corazón le dice una cosa, y su cerebro, otra completamente diferente. ¿En cuál de los dos debe confiar? Esta es la pregunta que confunde a muchos, a tal grado que a la postre toman la decisión indebida. Luego nos escriben pidiéndonos un consejo acerca de cómo escapar de la situación imposible en que se han metido.

Menos mal que usted nos está pidiendo un consejo antes que la situación se haya hecho imposible. Ese es un magnífico punto de partida para planear un futuro mejor. Por supuesto, sabemos que usted cree que ya se encuentra en una situación en que no se vislumbra ninguna posibilidad positiva para el futuro. No obstante, a usted aún le quedan algunas buenas opciones.

Su novio le dijo a usted que la quería, y hasta consideró el matrimonio, pero ahora ha cambiado de parecer. ¡Huya de él como si fuera una plaga! Casarse con él a estas alturas, o quedarse con él sin casarse, es lo peor que usted pudiera hacer. Resultaría en un futuro en que él la dejara a usted en casa cuidando a una pequeña criatura mientras él sale con sus amigos. Posteriormente él pudiera hasta sostener una relación con otra mujer con la que tuviera otros hijos, y entonces usted se encontraría en una situación realmente difícil. Él justificaría su conducta diciéndoles a los demás que usted le había tendido una trampa para que se casara con él.

Para tener un futuro feliz, necesita a un hombre que anhele casarse con usted. Ese hombre no sólo le manifestará que la quiere, sino que llevará esas palabras a la práctica. La valorará y respetará no sólo a usted sino también a la criatura que está por dar a luz. De modo que usted no tendrá que justificar ante su familia la conducta de tal hombre. Ni tendrá usted que defenderlo ante sí misma ni ante sus amigos.

El primer paso que debe dar es, de por sí, bastante difícil: separarse definitivamente de su novio. Pero el siguiente paso es aún más difícil. ¿Está usted preparada para cuidar sola a su bebé? ¿Tiene un empleo que le producirá lo suficiente para el sustento de los dos? ¿Tiene a alguien a quien podrá confiarle el cuidado de su bebé? Si la respuesta a estas preguntas es negativa, entonces le recomendamos que tome la opción más amorosa que tiene una madre en sus circunstancias, la de permitir que alguna pareja adopte a su bebé. Hay miles de matrimonios sin hijos que le ruegan a Dios todos los días que les conceda un hijo. Alguno de ellos puede darle a su bebé todo lo que usted probablemente no pueda darle, ante todo, una mamá y un papá que se quieren mutuamente y que anhelan tener un hijo.

La Biblia enseña que no debemos tener relaciones sexuales antes de casarnos con la persona que es el objeto de nuestro amor. No se trata de que Dios sea un aguafiestas extraterrestre. Al contrario, Él estableció esa regla para salvar a mujeres como usted y a bebés como el suyo de un sombrío futuro sin esposo o padre que forme parte de su vida. Cualesquiera que sean las otras decisiones que usted tome, prométase a sí misma que jamás volverá a tener relaciones sexuales con un hombre que no sea su esposo amado. Con sólo cumplir esa promesa se evitará indecible amargura en el futuro.

Le deseamos lo mejor,

Linda y Carlos Rey

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