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Caso 559

Hace poco decidí entregar mi vida a Cristo, pero desde entonces he sentido una avalancha de ataques en mi hogar. Mi esposa descubrió que le fui infiel, y ahora está distante.

Amo mi hogar. He dejado a la otra mujer, pero no me quiere dejar en paz. Dice que soy su vida. La mujer a la que realmente amo es mi esposa....

Ruego a Cristo que me ayude, incluso que me quite la vida, porque [sé que la Biblia dice que] «la paga del pecado es la muerte». Prefiero la muerte a vivir este infierno que me atormenta día y noche.

Consejo

Estimado amigo:

Lo felicitamos por la sabia decisión que tomó de cultivar una relación personal con Jesucristo, el Hijo de Dios. Ahora tiene a Cristo como su mejor amigo y, si refuerza la relación mediante la oración y la lectura de la Biblia, puede esperar que Él lo guíe en medio de tiempos y decisiones difíciles.

Sin embargo, Cristo no lo salva a uno de las consecuencias naturales de lo que ha hecho. Las consecuencias naturales de haberle sido infiel a su esposa son las dificultades que ha tenido en la relación con ella y las complicaciones que han resultado con la otra mujer. Usted las describe como un infierno del que quisiera que se le librara. Y sin embargo el afrontar las consecuencias de lo que ha hecho es la opción honorable, mientras que el escapar de las consecuencias es una salida cobarde.

Ha hecho lo correcto al ponerle fin a la relación con la otra mujer, pero no puede esperar que su esposa confíe en usted o que lo trate igual que antes. Usted la engañó y ella está lastimada. Llevará tiempo para que ella se sane y usted le pruebe que sí la ama y que es digno de confianza en el futuro.

En cuanto a la otra mujer, es de suma importancia que corte toda comunicación con ella de inmediato. Cuando usted le responde, aun cuando sea porque siente compasión por ella, no hace más que animarla a que siga acosándolo. Cambie su número de teléfono si es necesario. Mientras tanto, muéstrele a su esposa todos sus mensajes electrónicos y permita que ella tenga libre acceso a todas sus comunicaciones. Con eso le mostrará que usted no tiene nada que ocultar.

Usted cita con acierto el versículo bíblico en Romanos 6:23, y es verdad que la paga del pecado es la muerte. Sin embargo, ha olvidado que Cristo ya murió en la cruz para pagar el castigo por los pecados de usted. Cuando usted pidió perdón por sus pecados, Él pudo perdonarlo porque ya había pagado por ellos. No hace falta que usted muera, ni siquiera que se castigue, porque Él sufrió y murió en lugar de usted. Lo que sí hace falta es que con su vida usted honre el nombre de Él. Pídale que le dé paz y fortaleza en medio de la crisis.

Le deseamos lo mejor,

Linda

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