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Caso 834

Soy casado hace veinte años.... Nunca hemos sido infieles ni ha habido maltratos. Sin embargo, me siento abandonado. Las atenciones de mi esposa hacia mí son muy escasas; igualmente las mías, pero a ella eso no le importa. En lo concerniente a la intimidad... sólo tenemos relaciones cada vez que ella quiere....

He pensado irme para otro lugar. No lo he hecho por los tres hijos que tengo.... Es mejor sacrificio propio a que ellos sean destruidos.... Considero que mi esposa no me quiere, que está conmigo por costumbre, y no hay algo nuevo que encienda la llama de la pasión que quiero que tengamos.

Consejo

Estimado amigo:

¡Lo felicitamos por darles la máxima prioridad a sus hijos! Es admirable que esté dispuesto a sacrificarse, tal como usted dice, por el bienestar de ellos. ¡Nuestro mundo sería mucho mejor si más hombres tuvieran el valor y la determinación que tiene usted!

Por el contrario, la máxima prioridad de muchos otros hombres es satisfacer sus propias necesidades. Si deciden que la esposa no los satisface plenamente, buscan a otra mujer con la cual tener relaciones, abandonando insensiblemente a los hijos tanto en lo físico como en lo emocional. Eso puede hacer que los hijos se sientan abandonados de por vida. Pero como usted no quiere que les pase eso a sus hijos, no ha sido infiel ni ha abandonado el hogar.

Sin embargo, no está contento por el hecho de que ni usted ni su esposa se están esforzando por sacar adelante su relación conyugal. Usted supone que ella no se está esforzando debido a que no lo ama. Pero esa suposición de parte suya pudiera ser completamente equivocada.

Las madres tienen la tendencia a estar tan involucradas con lo que necesitan los hijos que no le dan suficiente prioridad a lo que necesita el esposo. Además, tienen que hacer el aseo de la casa, preparar la comida, lavar la ropa y un sinfín de cosas más que requieren atención. Lo que usted percibe como una falta de amor de parte de ella pudiera ser agotamiento.

Le rogamos que haga todo lo que sea necesario por consultar a un consejero matrimonial antes de que sea demasiado tarde para salvar su matrimonio. Es posible que ninguno de los dos le haya comunicado adecuadamente al otro lo que necesita, o que uno o ambos no se hayan estado escuchando. Un consejero puede ayudarle a descubrir lo que de veras siente su esposa en lugar de que usted suponga que ya lo sabe.

Determine que se esforzará por mejorar su matrimonio aunque su esposa no lo haga. Ayúdela a preparar la comida, a lavar la ropa y a asegurarse de que los hijos hagan sus tareas. Demuestre mediante sus acciones que usted la ama y que le interesa lo que ella necesita. Exprésele afecto sin esperar nada a cambio.

Hay un ejemplo a seguir a medida que opta por sacrificarse por el bienestar de sus hijos y de su esposa. Jesucristo, el Hijo de Dios, se sacrificó al morir en la cruz para pagar el castigo por nuestros pecados. Él entregó su vida para que nosotros podamos tener vida plena en este mundo y vida eterna en el cielo.1 Ese es un ejemplo que todos debemos seguir.

Le deseamos lo mejor,

Linda
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1 Jn 3:16; 10:10; 2Co 5:15

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