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Caso 67

A mi esposa le dio por segunda vez el cáncer de páncreas, y estoy desesperado.... Hay momentos que me deprimo por ver a mi esposa sufriendo, y a veces he dicho que Dios ya no nos quiere y no nos escucha....

A veces [siento que] ya no puedo más, pero hay algo dentro de mí que me empuja para seguir adelante.

Consejo

Estimado amigo:

Lamentamos mucho el sufrimiento de su esposa y cómo ese sufrimiento los ha afectado a usted y a otros que también la aman. Nosotros perdimos a un ser muy querido hace pocos años a causa del cáncer de páncreas, y no hemos dejado de sentir el vacío que dejó en nuestra vida. Quisiéramos que hubiera algo que pudiéramos decirle que aliviara su dolor, pero sólo el tiempo y el consuelo de Dios pueden hacer eso. Por lo tanto, trataremos más bien de responder a sus inquietudes relacionadas con el amor que Dios le tiene a usted.

Tal vez la pregunta más común acerca de Dios sea por qué Él permite el sufrimiento. Sin embargo, nadie pregunta por qué Dios da la buena salud. Nadie pregunta por qué Dios da la abundancia de comida, sino sólo por qué permite sequías y hambre. Desde nuestra perspectiva humana, con frecuencia no le acreditamos a Dios las cosas positivas que nos ocurren, pero le echamos la culpa de todo lo que anda mal en nuestra vida y en el mundo en general. Queremos a un Dios que da cosas buenas, que suple todo lo que necesitamos y que nos protege de todo mal, de toda enfermedad y de la muerte. Si bien estamos dispuestos a aceptar a un Dios que nos da todo lo que deseamos, tenemos tendencia a rechazar al Dios que tiene su propio plan para darnos lo que más nos conviene y para asegurarnos el bienestar eterno.

Dios creó una tierra en la que sólo había cosas buenas.1 Toda su creación disfrutaba de buena salud y de buen alimento. No había tristeza ni enfermedad. El libro de Génesis nos describe esa tierra perfecta. Si Dios hubiera decidido que en esa tierra habitaran robots, entonces sus habitantes sólo habrían tomado decisiones buenas. Pero Dios no quería robots; Él quería seres inteligentes que pudieran tomar sus propias decisiones. Así que les dio a Adán y a Eva la capacidad de escoger entre el bien y el mal. Ellos escogieron el mal, y nosotros hemos tenido que pagar las consecuencias en el transcurso de la historia. La enfermedad y la muerte entraron en el mundo como consecuencia de ese primer pecado2 y, lamentablemente, ningún ser humano está libre de sufrir el dolor que éstas causan. Eso fue lo que escogieron nuestros antepasados, pero no era lo que Dios quería para nosotros.

En esta tierra estamos acarreando las consecuencias de lo que Adán y Eva escogieron para la humanidad. Pero Dios nos amó tanto que diseñó una vía de escape. Él envió a su único Hijo, Jesucristo, para que pagara el precio de nuestro boleto de ida a un lugar mejor. Si aceptamos que Cristo murió en la cruz para llevar el castigo de nuestro pecado y pagar la entrada a ese lugar, entonces la muerte no es el fin sino sólo el principio de una hermosa vida nueva en la que todo será bueno. Dios nos amó tanto que nos ha preparado un lugar llamado cielo, donde no habrá sufrimiento ni dolor. Cuando le pedimos a Dios que perdone nuestros pecados y que nos dé el boleto por el que Cristo ya pagó, estamos asegurándonos una vida eterna en ese lugar maravilloso. De modo que, aunque la muerte nos parezca un fin trágico, no es más que una transición a un nuevo comienzo perfecto.

Le deseamos que sienta hoy mismo el gran amor que Dios tiene por usted,

Linda y Carlos Rey
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1 Gn 1:31
2 Ro 5:12

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