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Caso 109

Nunca tuve una familia como me hubiera gustado tenerla. Mi madre murió cuando yo era una niña, [y] ni siquiera me acuerdo de su cara. Mi padre nos dejó para que mi abuela nos cuidara. Aunque ella fue buena y nos crió, no nos dio el amor que se les da a [los] hijos. [De modo que] crecí con muy baja autoestima....

Tengo ahora dos niñas a las cuales no puedo amar como yo quisiera, ya que me atormenta todo mi pasado. Sé que está mal porque son mis hijas; [pero] no sé cómo quererlas, ya que nunca tuve el amor de una madre.

Consejo

Estimada amiga:

Lamento el dolor emocional que usted ha sufrido desde niña a causa de la muerte de su mamá. Todo niño necesita el amor de una madre, y comprendo que usted no lo recibió. Sin embargo, no podemos hacer nada para cambiar lo que le sucedió a usted. Lo que sí podemos cambiar es lo que le está sucediendo actualmente a sus hijas.

Usted dice que, debido a su pasado, no puede amarlas a ellas como quisiera. ¡Claro que su pasado ha afectado su modo de ser, pero no tiene que determinar su conducta diaria! Ni tiene que arruinar la vida de sus hijas tal como ha arruinado su propia vida. No hay duda de que es más difícil para usted mostrar afecto, eso sí; pero ¿es imposible? ¡No, de ninguna manera!

A usted le toca tomar una decisión. ¿Va a ser débil y a seguir sintiendo lástima de sí misma? ¿Va a escoger el camino fácil, que es seguir concentrándose en su propio dolor? ¿O va a determinar que sus dificultades la han hecho más fuerte, tanto como para concentrarse más bien en las necesidades de sus hijas? Es una decisión nada más, pero usted tiene la oportunidad de tomarla de nuevo, vez tras vez, cada mañana.

No es difícil amar a los niños. Así que abrace a sus niñas con frecuencia. Por lo menos cuatro veces al día, dígales que las ama. Escúchelas. Léales algo de algún libro. Muestre interés en lo que a ellas les gusta. Asista a todas sus actividades escolares y deportivas. Recompénselas de algún modo por sus buenas decisiones, sus talentos y sus habilidades. Por cada cosa negativa que les diga, dígales seis cosas positivas. Haga reglas justas y luego hágalas cumplir ejerciendo disciplina constante y apropiada. Todo eso le transmite amor a un niño.

En lugar de concentrarse en lo que usted no puede hacer, invierta tiempo haciendo lo que sí puede hacer. Ningún padre es perfecto, así que recuerde que, aunque hubiera tenido una madre que la criara, eso no la haría a usted una madre perfecta. En realidad, los hijos no esperan que sus padres sean perfectos, pero sí necesitan que sus padres les digan y les demuestren que los aman.

Yo también tuve una niñez y adolescencia difíciles. Mi mamá estaba viva, pero estaba ebria gran parte del tiempo. Con su conducta me enseñó a mentir, a incumplir promesas, y a avergonzar, poner en peligro y descuidar a los demás. Por eso tomé la decisión de que jamás permitiría que mis hijos tuvieran semejante niñez. Determiné que me esforzaría al máximo por ser honrada, cumplir mis promesas, proteger a mis hijos e invertir tiempo valioso con ellos. En definitiva no fui una madre perfecta, y cometí muchos errores. Pero sé que hice lo mejor que pude.

¡Esfuércese por hacer lo mejor que pueda cada día de su vida!

Linda

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