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Autocondenación
A los trece años me rebelé y me alejé de Dios. Cometí muchos pecados. Uno de ellos fue traer una niña al mundo, y otro, cometer un aborto. Hoy estoy arrepentida, pero ya es tarde.... Estuve mal. Tenía intenciones de suicidarme, pero mi hija me da fuerzas....
Tengo el anhelo de ir a una iglesia para escuchar un mensaje de Dios. ¿Usted cree que Él todavía puede perdonarme? ¿Qué puedo hacer? ¡Me siento perdida en este mundo y con un inmenso vacío en el corazón!
Consejo
Estimada amiga:
Es cierto que ha pecado contra Dios y contra sí misma. Sin embargo, no es usted la única que lo ha hecho. El apóstol Pablo enseñó que cada uno de nosotros ha pecado, y que todos merecemos el castigo eterno.1 Así que nada de lo que usted es culpable la hace diferente de los demás.
Hay sólo dos grupos de personas. Los miembros del primer grupo son los pecadores. Los que pertenecen al segundo grupo también son pecadores, pero sus pecados han sido perdonados y por lo tanto ya no tendrán que recibir el castigo eterno que merecen. Jesucristo murió en la cruz para llevar el castigo de todos nosotros, pero cada uno tiene que estar de veras arrepentido y debe pedirle a Dios que le perdone por los méritos de Cristo, su Hijo.
Muchos creen que hay un tercer grupo de personas. Están convencidos de que este grupo está formado por los pecadores que son muy malos, y que Dios está irremediablemente enojado con ellos. Pero esto no es lo que enseña la Biblia. Santiago, que es el autor de una de las cartas en el Nuevo Testamento de la Biblia, escribió: «Porque el que cumple con toda la ley pero falla en un solo punto ya es culpable de haberla quebrantado toda.»2
De modo que la respuesta es que sí, Dios todavía puede perdonarla. Mucho más importante es que Él no sólo puede sino que desea perdonarla y darle la ayuda, la fuerza y la sabiduría que necesita. Y usted se dará cuenta de que, cuando ora y obedece las enseñanzas de la Biblia, puede evitar las consecuencias del pecado en el futuro.
Sus pecados sí tienen consecuencias en este mundo. Y es cierto que algunas consecuencias son peores que otras. Cuando el pecado perjudica a otra persona, hay consecuencias que sufre esa persona además de las que sufre la que pecó. Cuando más personas tienen que afrontar las consecuencias, el pecado parece más grave. Dios lo perdona, no importa lo grande que sea, pero Él no quita las consecuencias que ese pecado acarrea.
Es probable que usted nunca deje de llorar la muerte de la criatura que abortó. Esa es una consecuencia de lo que usted hizo. Pero una vez que le haya pedido a Dios que la perdone por ese pecado, ya no tendrá que sentirse culpable. Cuando Dios quita el pecado, ¡lo borra por completo! De modo que uno tiene la oportunidad de comenzar de nuevo. Sólo asegúrese de seguir las leyes y los principios de Dios a fin de que pueda vivir con su paz divina en el corazón en lugar del vacío que ahora siente.
Le deseamos lo mejor,
Linda
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1 Ro 3:23; 6:23
2 Stg 2:10
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