Necesito ayuda. Casi le provoco la muerte a mi hijito de un año. Él no paraba de llorar, y perdí la razón: lo quise asfixiar. No es la primera vez que lo hago. He maltratado a mis hijos mayores también....
Le he contado a mi esposo, y me dice que todo va a pasar, que soy fuerte y necesito mucha voluntad, y que él cree en mí. Pero yo tengo miedo.... Los recuerdos de lo que hice me carcomen.... Me pasan las escenas por la cabeza una y otra vez, [con] su carita llena de llanto, y no puedo [sentir como si nada hubiera pasado].
Consejo
Estimada amiga:
Su caso nos conmueve en lo más profundo del corazón, pero ¡también nos horroriza!
Nos compadecemos de sus hijos mayores por el abuso que han sufrido y han visto. Las mismísimas escenas que no dejan de pasar por la cabeza de usted también pasan por la mente de ellos; pero en el caso de sus hijos, a esas escenas las acompaña la gran inseguridad de no saber nunca cuál de ellos pudiera ser la víctima la próxima vez. ¡No pueden confiar ni siquiera en su propia madre! De seguro que han de seguir sufriendo las consecuencias emocionales mucho tiempo después de haber olvidado el dolor físico.
Quien corre el mayor peligro es su hijito de un año. La forma en que usted lo trató pudo haberle causado un daño aún más grave. Es posible que usted lo haya sacudido con tanta violencia que su delicado cerebro infantil sufriera alguna lesión permanente. El síndrome del bebé sacudido ocurre cuando el cerebro infantil salta de un lado al otro del cráneo por escasos cinco segundos. Puede resultar en hematoma o contusión cerebral, inflamación y hemorragia interna, pero estas condiciones graves no pueden apreciarse en la parte externa de la cabeza del niñito, de modo que uno pudiera no darse cuenta de que ha habido algún trauma interno. Con el tiempo, muchos niños mueren debido a las consecuencias de estas lesiones, pero los que viven pudieran sufrir daños cerebrales que los afecten el resto de su vida. Con ese sólo incidente, usted pudo haber dañado el cerebro y haber trastornado para siempre la vida de su hijito.
Además, usted no dice por cuánto tiempo quiso asfixiar a su hijito. Si se prolongó un poco, es posible que haya impedido que recibiera oxígeno su cerebro. Puede haber algún daño cerebral que haya resultado del incidente, aun si no lo hubiera sacudido.
¡Así que con razón tiene miedo! Si bien su esposo ha sido muy comprensivo en cuanto a esa ira suya, su conciencia le está diciendo que debe formular un plan para evitar que siga maltratando a sus hijos. ¡Hágale caso a su conciencia!
Usted necesita ayuda profesional para dominar su ira. Si tiene los recursos para consultar con un terapeuta, le rogamos que haga una cita en seguida. De lo contrario, busque cursos para grupos de personas que necesitan dominar el enojo. Si no lo hace, tarde o temprano bien pudiera cursar esas clases en alguna cárcel después de haber matado a uno de sus hijos. ¿Se imagina las cosas que pasarían por su cabeza día tras día en semejante confinamiento?
Mientras tanto, haga un plan para alejarse de su hijito y de sus hijos mayores cada vez que sienta que se le está agotando la paciencia. Deje que el niñito llore solo en su cuna, y vaya usted a calmarse en otro sitio. Debe ensayar el plan cuando su hijito no esté llorando, a fin de que pueda llevarlo a cabo cuando se sienta enojada.
Además de ayuda profesional, usted necesita la ayuda de Dios. Él le dio una conciencia para que le advirtiera de cualquier peligro porque la ama y quiere ayudarla. Acuda a Él y pídale que le dé la sabiduría y los recursos que necesita.
Le deseamos lo mejor,