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Caso 445

Soy una madre soltera, y en algunos meses [cumpliré cuarenta] años. Mi hijo tiene diez años y es un niño maravilloso. Pero a pesar de que su compañía es muy grata, cada día yo me siento sola e infeliz de no tener una casa y un hogar para él.

Me hubiera gustado hacer las cosas bien en la vida, haberme casado y tener un hogar decente.... Mi hijo desea que tengamos una casa propia... pero mi sueldo no me permite ese lujo.... No hay noche que yo no sufra emocionalmente por no lograrlo.... Siento que me estoy volviendo loca por [este desequilibrio] emocional.

Consejo

Estimada amiga:

¡Cuánto sentimos la angustia que está sufriendo! Sin embargo, sus creencias erróneas son un problema aún mayor.

Usted cree que el tener un esposo la haría feliz y que el ser dueña de una casa haría feliz a su hijo. Pero esas creencias no se basan en la realidad. Si lee nuestros otros «Casos de la semana» en www.conciencia.net, descubrirá un buen número de mujeres casadas que son muy infelices debido a conflictos matrimoniales. Y verá casos que describen cómo se han creado problemas familiares debido a haberle dado prioridad a la vivienda en vez de darla a las relaciones humanas. Lea el Caso 279 para ver un ejemplo de esos dos problemas.

La felicidad no es algo que proviene de nuestras circunstancias, y en definitiva no proviene de tener casas o dinero. Algunas de las personas que tienen las casas más grandes y la mayor cantidad de dinero son las más infelices. Y la felicidad tampoco proviene de estar casado. El matrimonio puede ser algo maravilloso, pero cuando los dos se casan como una manera de satisfacer sus propios deseos, puede convertirse en una prisión de desesperanza que dura por décadas.

Debido a sus deseos frustrados, le será difícil reconocer que son erradas sus creencias acerca del matrimonio y de ser propietaria de una casa. Cada noche esos deseos le mienten y le causan la angustia que siente. Esas mentiras impiden que valore todo lo bueno de su vida o que lo disfrute. Mientras se concentra en lo que no tiene, se está perdiendo una oportunidad tras otra de crear con su hijo recuerdos maravillosos. Dentro de unos ocho a diez años, es probable que él esté obsesionado con sus amigos y su futuro. A usted le queda muy poco tiempo para mostrarle mediante su ejemplo que él puede hallar la felicidad al ser generoso con los demás, al disfrutar de la creación y al tener un propósito que va más allá de servir a sus propios intereses.

El apóstol Pablo dijo: «Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.»1 En síntesis, él reconoció que es Dios quien nos da la fortaleza para que podamos estar contentos cualesquiera que sean las circunstancias que afrontemos. Podemos valernos de esa fortaleza y de ese contentamiento todos los que seguimos a Cristo y confiamos en la perfecta voluntad de Dios para nuestra vida. Tome hoy mismo la decisión de decirle «no» a esas mentiras que hasta ahora ha venido creyendo, y de confiar más bien en Dios y en el plan que Él tiene para su vida.

Le deseamos lo mejor,

Linda
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1 Fil 4:12-13

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