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Caso 602

Hace poco mi esposo descubrió que mi hija de once años ha visto imágenes pornográficas en la Internet. Al preguntarle, ella dice que escuchó hablar de eso a sus compañeros, y por eso lo buscó. Nosotros ya habíamos hablado con ella de los cambios en su cuerpo y todas esas cosas, y creemos haberle dado la confianza para hablar del tema. Siempre hemos restringido el acceso que tiene a la Internet, pero ella se las ingenió para ver esas cosas.

Leemos la Biblia, hablamos del amor de Dios y del pecado, y asistimos a la iglesia. Quiero ayudarla a fomentar en ella [respeto sano para sí misma y para su cuerpo]. ¿Podrían aconsejarme?

Consejo

Estimada amiga:

En primer lugar, es importante tener la debida perspectiva sobre este asunto. Es completamente normal que los preadolescentes sean curiosos. También es normal que los adolescentes y preadolescentes compartan información con sus amistades. Antes de que hubiera Internet, los adolescentes veían imágenes como éstas en revistas. Por eso es importante que no trate este asunto de un modo que haga que su hija piense que usted o Dios la condenan por lo que no es más que curiosidad normal.

¿Le advirtió usted alguna vez a su hija que no viera esa clase de imágenes? Es probable que no, ya que no esperaba que resultara ser un problema a tan temprana edad. Si usted nunca antes le había dado instrucciones, entonces ella no estaba siendo desobediente. Pero ahora sí debe, por supuesto, advertirle que no vuelva a ver esas imágenes.

Su hija no puede borrar de la mente lo que vio, así que es muy normal que ella tenga muchas preguntas. Nos alegramos de que usted comprenda la importancia de crear un ambiente en el que ella pueda hacer sus preguntas de modo que sea menos probable que reciba esa información de parte de sus amistades. Usted dice que ha hablado con ella antes acerca de los cambios en su cuerpo, y ese es un magnífico punto de partida. Pero ahora hace falta que lea libros con ella escritos precisamente para adolescentes por autores que creen en Dios y en su plan perfecto para nuestra vida. Esos libros presentan el sexo como algo muy especial reservado exclusivamente para parejas casadas.

También es muy bueno que ya tenga la costumbre de leer juntas la Biblia y hablar acerca del amor de Dios. En ese contexto, es importante que a su hija se le enseñe que Dios creó nuestro cuerpo y que creó el sexo. Su plan perfecto era que fuese hermoso y no sucio e indecente. No obstante, cuando como seres humanos optamos por hacer caso omiso del plan de Dios, el sexo puede ser la causa de la ruptura de matrimonios, hogares y vidas. Para darle ejemplos sobre ese tema, usted pudiera conversar con ella acerca de «Casos de la semana» que presentan los casos de personas que han complicado mucho su vida al optar por tener relaciones sexuales sin estar casadas.

Le deseamos lo mejor,

Linda

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