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Caso 477

Soy una joven de diecinueve años. He vivido una vida «feliz» con buenos padres, buenos hermanos y una familia que me quiere.... No tengo nada de qué quejarme.... [Sin embargo,] siempre me he caracterizado por ser envidiosa, muy rencorosa y celosa... pero ahora que tengo diecinueve años quisiera cambiar. No quiero ser rencorosa. Tengo un novio maravilloso, a quien amo, y quiero estar preparada para un matrimonio; pero realmente así, con esos sentimientos de amargura, no puedo, e incluso llego a decir malas palabras por las rabias que agarro. De verdad que no sé cómo librarme de eso.

Consejo

Estimada amiga:

La felicitamos por mostrar tres actitudes y comportamientos muy positivos. En primer lugar, a diferencia de muchos que tienen los mismos problemas, usted reconoce sus defectos y fracasos. No está tratando de negar que tiene semejantes comportamientos y actitudes.

En segundo lugar, usted ha tomado la decisión de cambiar. No está justificando su mal comportamiento ni alegando que no puede cambiar.

Y en tercer lugar, usted sabe que haría mal en casarse con alguien antes de afrontar los defectos de su propio carácter. Reconoce que sería injusto para su futuro esposo que usted llegara al altar con ese comportamiento negativo.

Así que, el consejo que nos pide es cómo puede cambiar. Como ya sabe, no será rápido ni fácil. La manera más rápida sería acudir a un consejero profesional. Usted necesita un lugar seguro donde pueda explorar las razones detrás de sus actitudes. Si no tiene acceso a un consejero por medio de su plan médico o su universidad, entonces la mejor alternativa sería formar parte de un grupo de apoyo para el manejo del enojo. La oficina de su médico debiera poder recomendarle tal grupo.

Es imposible saber las razones detrás de sus actitudes sin conocerla personalmente. Sin embargo, suponemos que todos los defectos de su carácter tal vez procedan de sentimientos de inferioridad. Para tener envidia o celos de otra persona, sin duda siente, en lo más profundo, que de alguna manera usted no está a la altura de los demás. Sus experiencias escolares del pasado bien pudieran haber contribuido a que sienta eso, o pudo deberse a experiencias que ha tenido con amigos o familiares. No hace falta que busque a quién culpar, pero sí que resuelva qué está detrás de sus actitudes y comportamientos negativos.

También le recomendamos que le pida a Dios, en el nombre de su Hijo Jesucristo, que le perdone todos sus pecados. Así como debe pedirles perdón a las personas a quienes ofende, también necesita el perdón de Dios. Pero Dios quiere hacer algo más que perdonarla; Él también quiere ayudarla. Él puede darle el discernimiento y el entendimiento que le hacen falta. Cultive una relación personal con Él primero, y luego dé los otros pasos que le recomendamos. Lea los «Casos de la semana» que aparecen al pulsar los temas «Celos» y «Enojo» en conciencia.net para considerar más sugerencias.

Le deseamos lo mejor,

Linda

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