Mi novio y yo somos de distinto carácter. Me propuso que nos fuéramos a vivir juntos y que, si durante un año seguíamos juntos, nos casaríamos. Pero... yo quiero casarme antes de vivir juntos porque sería lo más lógico. Él dice que me ama. Yo lo amo, pero estoy desesperada porque no lo quiero perder.
Soy abogada. Tengo un buen trabajo y quiero hacer las cosas bien. Que él quiera vivir juntos por un tiempo me hace pensar que cree que lo nuestro no va a funcionar. Soy una persona positiva que quisiera formar mi familia dentro de un matrimonio. ¿Qué me aconsejan?
Consejo
Estimada amiga:
Tanto mi papá como mi mamá se casaron muchas veces, así que tuve varias oportunidades de observar relaciones conyugales fracasadas. Como resultado, tomé la decisión de que yo quería un matrimonio con amor que durara toda una vida. De modo que, cuando mi esposo y yo nos casamos hace treinta y ocho años, que estamos cumpliendo en esta semana, nos prometimos verbalmente que permaneceríamos unidos para toda la vida, aun cuando algún día llegáramos a dejar de sentir amor romántico el uno por el otro. Debido a que hemos sabido que siempre vamos a estar juntos, hemos tenido que resolver los conflictos que se han presentado. Para nosotros, nunca ha habido ninguna otra opción. Ha sido una bendición el que nuestro amor haya crecido y que seamos felices después de todos esos años, pero la clave ha sido el que estuviéramos comprometidos en nuestra relación matrimonial.
Algunos hombres quieren disfrutar de todas las ventajas que puede ofrecer el tener una mujer en su hogar, sin ningún compromiso ni responsabilidad alguna. Sus novias, que por lo general sienten más inclinación emocional que ellos hacia la idea de casarse y tener una familia, tal vez teman que el novio las deje si no acceden a vivir juntos antes de casarse. Sin embargo, si el hombre la va a dejar, ¿entonces no será mejor temprano que tarde? Si él no siente mayor compromiso con su novia que ése, entonces le conviene a ella saberlo antes de malgastar años de vida con él.
Las parejas que han vivido juntas antes de casarse se divorcian con mayor frecuencia que las que no han cohabitado antes del matrimonio. Si uno ama a una persona lo suficiente como para vivir con ella, pero no está comprometido al grado de casarse, entonces el comenzar a vivir juntos hace que sea menos probable que a la larga disfruten de felicidad conyugal.
Su novio tal vez tenga amigos o familiares con matrimonios fracasados, y esa pudiera ser la causa de que él no esté seguro acerca del matrimonio. O quizá tenga amigos que viven juntos sin compromiso alguno, y ha llegado a creer que es normal y hasta preferible vivir así.
Sin embargo, Dios planeó el matrimonio para la seguridad y la felicidad tanto de los hombres como de las mujeres. Jesucristo mismo dijo que el hombre y su esposa llegan a ser «un solo cuerpo. Así que ya no son dos, sino uno solo.»1 Tienen metas y prioridades en común. En cambio, las parejas que viven juntas sin casarse tienen que velar cada uno por sus propios intereses, asegurándose de que el otro no se aproveche de su vulnerabilidad. Su falta de compromiso mutuo crea un ambiente inestable en el que uno de los dos pudiera cambiar de parecer en el momento menos pensado, con poca o ninguna justificación y sin sentir responsabilidad alguna.
Es necesario tener un espíritu de entrega para terminar una licenciatura universitaria. También es necesario un espíritu de entrega para perder peso o tener una buena nutrición. Es necesario un espíritu de entrega para pagar cuotas mensuales de una hipoteca o alquiler, o para liquidar deudas pendientes. Y sin lugar a dudas es necesario tener un espíritu de entrega para lograr que dure una relación conyugal. No se conforme con un hombre que no esté dispuesto a casarse con usted. No eche por la borda un año de vida. ¡Usted vale muchísimo más que eso!
Le deseamos lo mejor,
Linda
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1 Mt 19:5,6; Mr 10:7,8