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Caso 553

Mis padres no me apoyaron en cuanto a la baja autoestima de mi aspecto físico, de modo que... dejé de comer. Bueno, comía, pero luego vomitaba, hasta que mis papás se enteraron y, con mano dura, me reprendieron.... Los años pasaron, y en todo ese tiempo la enfermedad siguió latente.

Ahora tengo veintidós años, y el problema ha empeorado. Primero era anorexia, y actualmente es una bulimia descontrolada. Mi mente se halla dominada por los impulsos de la ansiedad.... Me siento lo peor de lo peor porque, a pesar de conocer la Palabra de Dios, caigo en lo mismo todos los días. Me gana mi carne y me da [ira el] no tener fuerza de voluntad para salir de esto.... Cada día siento que muero y me alejo más de Dios.

Consejo

Estimada amiga:

¡Sentimos mucho que usted esté sufriendo esta enfermedad! Pero nos alegramos de que nos haya contado su caso, ya que se ha convencido de varias cosas que le están causando más angustia.

La felicitamos por conocer la Palabra de Dios y por querer estar cerca de Dios. Sin embargo, cuando dice que le gana su «carne», está haciendo un contraste entre lo que cree que Dios requiere de usted y lo que usted logra hacer cada día. Es como si usted pensara que su enfermedad es pecado y que, con el solo hecho de estar enferma, le está fallando a Dios. Debido a que se siente culpable e incapaz de cambiar, usted pierde toda esperanza y se aleja de Él. Siente como si Él estuviera alejándose de usted, pero lo cierto es que es usted quien se está aislando y apartando de Él.

Dios nos dio a cada uno el instinto de comer. Los bebés llegan al mundo con el deseo de alimentarse, y casi todo animal tiene ese mismo instinto. El hecho de que las sustancias químicas en su cerebro están anulando ese instinto natural es prueba de que usted tiene una enfermedad. La anorexia y la bulimia son enfermedades verdaderas causadas por sustancias químicas en el cerebro. Lamentablemente, la enfermedad que tiene usted es muy grave y puede llegar a ser mortal si no busca ayuda médica de inmediato. Aun con ayuda médica intensiva, es difícil controlar esta enfermedad, así que no va a ser nada fácil.

No obstante, gracias a Dios, nuestro Padre celestial, Él no la juzga por su enfermedad, sino que siente compasión por usted. Quiere que reciba su abrazo divino cuando esté indefensa y desesperada. Pero también quiere que usted comprenda que su voluntad humana no basta para vencer la enfermedad. No va a poder contrarrestar las sustancias químicas en el cerebro con sólo sentir rabia hacia ellas.

Muchas personas no comprenden la naturaleza de los trastornos de alimentación. Creen que uno simplemente puede volver a comer normalmente con sólo esforzarse lo suficiente. Así que la condenarán cuando fracase. No cometa el error de creer que Dios es igual que esas personas. ¡Él no lo es! Las personas que la rodean bien pudieran fallarle, juzgarla y condenarla, pero no confunda las acciones ni las actitudes de ellas con las de nuestro Padre celestial.

Le deseamos lo mejor,

Linda

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