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Matrimonio (Desamor / Expresar afecto)
Matrimonio (Adulterio / Infidelidad conyugal)
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Autocondenación
Soy una madre de dos bellos hijos, y casada por doce años. Pero tengo un dolor en el corazón con mi cónyuge.
Viví diez años con mis suegros. Fueron unas personas muy malas conmigo: mi suegro, alcohólico, y mi suegra, chismosa y buscapleitos.
Mi esposo nunca me defendió, nunca hizo nada para salir de ahí.... Ahora vivimos solos, pero el dolor está latente porque mi esposo nunca cumplió su rol. ¡Necesito tener paz!
Consejo
Estimada amiga:
Sentimos mucho que no tenga paz. Era de suponer que el haberse mudado de la casa de sus suegros le hubiera traído la paz que tanto anhela.
Usted dice que su esposo nunca hizo nada para salir de aquella casa, y sin embargo ahora los dos están viviendo solos. ¿Cómo sucedió eso? ¿Acaso logró usted reunir los recursos necesarios por sí sola? ¿Lo convenció de que dejara a los padres sin que él lo quisiera? Como no sabemos lo que sucedió, sólo podemos suponerlo.
De cualquier manera, no importa lo que haya llevado a que usted y su familia se mudaran de la casa de sus suegros, ya que lo hecho, hecho está. Eso ahora corresponde al pasado, y usted tiene la oportunidad de crear el futuro que siempre ha soñado.
Comprendemos que siente que su esposo optó por estar de parte de los padres de él y no de usted al no defenderla y al insistir en seguir viviendo con ellos. Usted siente que él le incumplió, y cree que él no ha tenido que afrontar ninguna consecuencia por haberla decepcionado. Siente que él es un hombre débil al que ya no puede respetar.
Lamentablemente, lo que usted está sintiendo la está desviando de lo que le conviene. Tal como hemos dicho muchas veces, no puede uno fiarse de los sentimientos. Es que estos vienen de los pensamientos, y con frecuencia los pensamientos son parciales o hasta mal informados.
En el caso suyo, usted tuvo diez largos años para elaborar en sus pensamientos un juicio contra su esposo, y esos pensamientos no han dejado de estar amontonados en su mente, a pesar de que ya no están viviendo con sus suegros. Día tras día usted ha estado examinando mentalmente la «evidencia» que tiene, repasando una y otra vez cada ofensa de la que considera culpable a su esposo. Ese examen ha estado ocupando mucho espacio en su mente, y no le queda tiempo para recordar todas las cualidades positivas de su esposo ni para estar agradecida por todo lo bueno de lo que usted sí disfruta.
La paz es una decisión que se toma. Usted puede optar por rechazarla al recordar de continuo los defectos de su esposo, u optar por perdonarlo y aceptarlo tal como es, concentrándose en sus buenas cualidades y recordando por qué decidió casarse con él.
Para curar la falta de paz que usted siente, el apóstol Pablo formuló una receta al enseñar que debemos llenar nuestra mente de pensamientos buenos y dignos de admiración y de elogio.1 Si de veras desea tener paz, le recomendamos que siga esa fórmula.
Le deseamos lo mejor,
Linda
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