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Caso 65

Me desempeñé por un año en el puesto de Director en la Junta Directiva de una entidad en que la administración le gustaba seguir con métodos desordenados de trabajo y posibles fraudes. Entonces propuse reglamentos que ordenaban el trabajo, los cuales fueron aceptados con resistencia. Mis compañeros de Junta, cuando me veían pelear con fortaleza, se quedaban callados y no me apoyaban por miedo, a pesar de que simpatizaban con mis proyectos de mejoría.

Decidí renunciar, y ahora estos compañeros se han dado cuenta de irregularidades administrativas y me llaman para que yo... ponga la cara por ellos y sea el que haga la batalla.... Me parece que ellos deben enfrentar sus cosas; pero me preocupa también que cosas malas sucedan en esta entidad. Me molesta que ellos no tienen el valor para actuar, y que antes veían los toros desde las graderías, mientras yo luchaba.

Consejo

Estimado amigo:

Lo que le ha pasado a usted es un ejemplo de la mala administración, del engaño y del fraude endémicos en compañías, organizaciones y gobiernos en todo el mundo actual. Países como los Estados Unidos están sufriendo a escala nacional las consecuencias económicas causadas por personas involucradas en todos los niveles que se han hecho los de la vista gorda ante la falta de honradez y la codicia. Año tras año los culpables de fraudulentos manejos de dinero se salen con la suya precisamente porque los que pudieran delatarlos no tienen el valor necesario para hacer lo que es debido, sobre todo cuando el hacerlo pudiera acarrearles serias consecuencias en lo personal. Además, la falta de honradez en la sociedad en general es tal que se ha formado toda una cultura de encubrimiento de actividades ilícitas. Cada cual sabe que no le conviene comenzar un proceso en el que pudieran descubrirse sus propios fraudes.

Sin embargo, usted, amigo, es una de las excepciones. Usted se rige por altos principios morales que consideran más valiosas la integridad y la honradez que su propio bienestar y ganancia. Es probable que usted se haya conducido de tal modo que no tiene secretos vergonzosos que intente mantener ocultos, así que no tiene miedo de que alguien pudiera vengarse de usted poniendo al descubierto esos trapos sucios. El sabio Salomón dijo: «Quien se conduce con integridad, anda seguro; quien anda en malos pasos será descubierto.»1

Usted dice que ya ha renunciado a su puesto, por lo que suponemos que ya no le es posible actuar desde adentro. De modo que ahora tiene la oportunidad de enseñarles a los demás cómo pueden actuar con integridad. Si están dispuestos a escuchar sus consejos y hacer lo que es debido, entonces usted habrá ayudado no sólo a la organización sino también a los miembros de la junta en particular. Pero si usted sabe de actividades ilícitas pasadas o presentes, también debe informar a las autoridades competentes.

Cuando Dios nos dio los mandamientos que prohíben la mentira y el robo, estaba tratando de prevenir situaciones en las que cualquier individuo saca provecho a expensas de los demás. De ahí que cuando optamos por quebrantar sus mandamientos, a la larga nos perjudicamos a nosotros mismos como también a toda nuestra sociedad. Lo felicitamos no sólo por guardar los mandamientos usted mismo, sino también por contribuir a formar un mundo mejor al dar un buen ejemplo.

¡Adelante con valor!

Linda y Carlos Rey
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1 Pr 10:9

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