Tengo seis meses de embarazo, y mi esposo y yo vivimos con mi mamá en la casa que yo construí para ella.... Tenemos muchos problemas, ya que ella [se] pasa [el tiempo] dándonos órdenes y recordándonos día a día que la casa es de ella y que las cosas deben hacerse a su manera. Me dice que no quiere tener nada que ver con mi bebé cuando nazca, y eso me duele demasiado.
Estamos pensando en mudarnos a otro lugar para que esto no afecte más mi embarazo. Pero yo soy su único sostén, ya que mis hermanos tienen su propia vida y no ven por ella. ¿Qué debemos hacer por el bien de ella y el de mi bebé, ya que estoy muy afectada y lloro mucho? Ya mi esposo no quiere verme llorar más, y se está cansando de las órdenes y los comentarios de [mi madre].
Consejo
Estimada amiga:
¡Felicitaciones! ¡Muy pronto va a ser mamá! Usted y su esposo deben darle a su bebé la más alta prioridad en las decisiones que tomen en el futuro próximo.
¡Qué bien que haya provisto un hogar en el que pudiera vivir su mamá! Usted de veras la ha honrado al cuidarla durante los últimos años. Ha obedecido el quinto mandamiento al sostenerla económicamente y al velar por su bienestar.
Sin embargo, usted ahora es una mujer casada y hay un hijo al que debe cuidar y proteger. Ya es hora de que usted y su esposo preparen un hogar en el que haya paz y amorosa aceptación para su hijo. No hay duda de que su mamá le ha dado a entender que el hogar de ella no es el sitio donde deban vivir ustedes.
Usted dice que sus hermanos «tienen su propia vida» y por lo tanto «no ven por ella». ¿Acaso no debe usted también «tener su propia vida”? Convoque a sus hermanos a una reunión familiar e infórmeles que usted se está mudando. Recuérdeles que la responsabilidad de cuidar a la mamá les corresponde a todos sus hijos. Dígales que usted seguirá poniendo su parte, pero que no seguirá siendo la única persona responsable de ella.
Un día Jesucristo estaba caminando junto al mar de Galilea, y vio a Jacobo y a Juan remendando las redes en su barca junto con su padre.1 La pesca era el negocio de la familia, y se esperaba que Jacobo y Juan ayudaran a sostener a su padre, Zebedeo, y que siguieran en su oficio. De modo que, cuando Jesús llamó a Jacobo y a Juan y los invitó a que se hicieran discípulos suyos, sin duda fue muy difícil para Zebedeo comprender eso, y tal vez sintiera que sus hijos lo estaban abandonando.
¿Actuó Jesús de un modo insensible a la situación en que se encontraba Zebedeo? ¿Acaso estaba Jesús haciendo que Jacobo y Juan deshonraran a su padre? ¡De ninguna manera! Jesús enseñó mediante este ejemplo que el honrar a los padres no quiere decir que uno tenga que descuidar sus propias responsabilidades con el fin de cuidarlos a ellos. Dios el Padre tenía el plan de que Jacobo y Juan desempeñaran un papel importante en el ministerio de su Hijo Jesucristo, y Jesús sabía que el Padre celestial cuidaría al padre de ellos.
Usted ahora tiene una responsabilidad que nunca antes había tenido. Dios espera que usted tome las decisiones acertadas a favor del hijo que va a nacer. Esperamos que tenga el tiempo necesario para establecer su propio hogar con su esposo antes de la llegada del pequeño.
Le deseamos lo mejor,
Linda y Carlos Rey
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1 Mr 1:19-20