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Caso 237

¡Hoy me siento muy mal, pésimamente mal! Soy madre de dos niños, una de diez años y otro de dos y medio. Castigué y golpeé cruelmente a mi hija, y no quiero volver a hacerlo. Fue [porque me mintió acerca de] una tarea de la escuela.

¿Cómo no enfurecerme? Le iba a dar dos correazos, pero ella corrió por toda la casa gritando y, a lo que la iba a castigar, me quitó la correa. Entonces me enloquecí y saqué el cable del DVD. La verdad, le di muy fuerte....

Hoy me enteré por mi mamá que mi hija tiene marcado su cuerpo. Les juro que estoy tan arrepentida porque jamás quise hacerle daño, y menos de esa manera.... ¡Me siento tan mal! No sé qué hacer.

Consejo

Estimada amiga:

Lo primero que debe hacer es pedirle perdón a su hija. Explíquele que lamenta mucho el haberla castigado de ese modo. Es cierto que ella necesitaba un castigo, pero usted no lo hizo como era debido. Si usted no le pide perdón, no merecerá el respeto que espera que ella le muestre.

La disciplina nunca debe depender de cuál es la persona más fuerte o la que puede dominar a la otra físicamente, y sin embargo esa es la impresión que usted le dio a su hija. En vez de motivarla a enmendar su conducta, usted la motivó a defenderse a como diera lugar. Con eso el enfoque ya no estaba en el asunto de las tareas sino en lo mucho que le cuesta a usted dominar su enojo. Para más información acerca de la disciplina corporal, le recomendamos que lea el Caso 87 y que trate de poner en práctica esos principios.

La disciplina eficaz nunca se aplica en términos generales. Se aplica de manera específica al comportamiento que debe corregirse. Así que, cuando el comportamiento tiene que ver con las tareas, la disciplina tiene que aplicarse a las tareas. Muchos padres no quieren afrontar el difícil compromiso que representa el comunicarse a diario o semanalmente con los maestros de sus hijos, pero la conducta de su hija es señal de que usted no puede confiar en ella en ese sentido. Hable en seguida con la maestra a fin de poner en marcha un sistema diario o semanal de notas, mensajes electrónicos o llamadas telefónicas para hacerle rendir cuentas a su hija. Casi todos los maestros están dispuestos a colaborar con los padres de sus alumnos a fin de que éstos sean más responsables en sus estudios. Su hija pensará que esa comunicación constante con su maestra es una forma de disciplina. Y es posible que le dé vergüenza de que se enteren sus amigos, y que eso le sirva de motivación adicional para mejorar su conducta. Además de procurar que su hija se haga más responsable, a usted le conviene hacer una lista de las consecuencias que ella tendrá que afrontar cada vez que no termine de hacer tareas o mienta al respecto. Puede, por ejemplo, quitarle tiempo frente a las pantallas del televisor y de la computadora, como también tiempo en compañía de sus amigos.

Cuando se dé cuenta de que está enojándose con su hija, salga del lugar en que se encuentra. La disciplina jamás debe administrarse estando enojado. Espere a que esté calmada antes de afrontar cualquier conflicto. Nunca haga amenazas ni dé a conocer consecuencias a no ser que esté calmada y con pleno dominio de sus emociones. Y de ser posible, busque ayuda de parte de un consejero profesional o asista a clases que le enseñen a dominar su enojo sin recurrir a la violencia.

Le deseamos lo mejor,

Linda

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