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Caso 679

Mi mejor amigo de la infancia está pasando por un mal momento. Se siente angustiado por su futuro. Está cansado de su trabajo, y la relación con su mamá y su padrastro no es buena. En varias ocasiones ha estado muy deprimido. Una vez hasta quiso suicidarse.

Yo intenté ayudarlo. Lo aconsejé y le hablé sobre la paz que Dios puede darle. Le hablé de Cristo, pero creo que no me toma en serio. No sé qué más puedo hacer. Cada día lo veo más decaído. Lo único que le da felicidad es cuando hacemos deportes juntos los fines de semana.

No quiero darme por vencido. Su vida me preocupa tanto como si fuera la mía. ¿Qué estoy haciendo mal?

Consejo

Estimado amigo:

Su amigo debe sentirse bendecido por tenerlo a usted en su vida. Es posible que ese vínculo de amistad sea lo que lo esté impulsando a seguir adelante. El solo hecho de tener a una persona de confianza con la que se siente seguro es algo muy valioso que usted está aportando.

Lamentablemente, no podemos responder a su pregunta sobre qué está haciendo mal porque usted no nos ha dicho nada que esté haciendo mal. Al parecer usted cree que, si pudiera alinear sus palabras y sus consejos, entonces su amigo podría salir de la depresión en la que ha caído. Tristemente, así no se resuelve. Usted puede acertar en todo lo que dice y apoyarlo de todos los modos posibles, y sin embargo descubrir que él sigue deprimido.

No hay manera de que sepamos si su amigo está deprimido a causa de ciertas situaciones en su vida, o si tal vez sufra de depresión clínica a causa de un desequilibrio de las sustancias químicas en su cerebro. Sólo un médico puede diagnosticar la depresión clínica, así que le recomendamos que trate de convencer a su amigo de que consulte a un médico. Él debe decirle al médico cómo se siente y contarle acerca de los pensamientos de suicidio. Cualquiera que sea el diagnóstico del médico, ya sea que prescriba medicamentos o recomiende una consulta con otro médico, usted debe animarlo a que lo haga.

Aunque es difícil de comprender, la depresión no responde a la lógica. Usted puede, con acierto, presentar todos sus argumentos y tener todas las respuestas adecuadas, sólo para descubrir que la depresión ha interpuesto un muro entre los pensamientos negativos de su amigo (que él acepta como ciertos) y lo que usted le está aconsejando (que a él no le parece realidad).

El temor o la ansiedad acerca del futuro es en definitiva una causa de la depresión. Quienes no confían en que Dios dispone todas las cosas para el bien en su vida se sienten perdidos e inmovilizados por el temor de tomar malas decisiones.

Dios puede valerse de las palabras de usted de modo que resuenen en el cerebro de su amigo y apelen a su conciencia día tras día. Pídale a Dios que le ayude a ser ejemplo de la confianza que se tiene a raíz de poder confiar en Él. Es más probable que el ejemplo suyo y sus oraciones tengan mejores resultados que sus palabras.

Le deseamos lo mejor,

Linda

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